la ventaja de ser concejal (no digamos alcalde) es que si uno decide que, por ejemplo, las farolas se pinten de verde con lunares rojos, pues se hace. Y si al resto no le gusta, que no mire o se acostumbre. Es decir, que no hay quien les tosa a la hora de redactar proyectos. O sí, porque el problema viene si el consistorio en cuestión no tiene el dinero y depende de una administración superior, digamos, por ejemplo, la UE. Así, mientras los mareantes coruñeses andan mareando la perdiz a cuenta de la Intermodal, desde la Xunta recuerdan que buena parte de los fondos para su construcción (en concreto ocho millones) dependen de la Unión Europea y ese dinero tiene fecha de caducidad. Los trabajos tienen que estar acabados antes de 2020 y, teniendo en cuenta que 2018 ya está ahí y que las obras van a durar dos años, la nueva estación herculina va a andar muy justa de plazos. Menos mal que eso parece no preocupar lo más mínimo a los inquilinos de María Pita. Ya se sabe, lo suyo es repensarlo todo. FOTO: Xulio Ferreiro y Xiao Varela, encargados de repensar | aec