La brigada secreta de María García

Inés Arrimadas, musa del sector pijo de Ciudadanos, es decir, de todo el partido y parte del extranjero, es teimuda. Jerezana de nacimiento y recriada en Cataluña, es decir, charnega de pura cepa, aspiraba a presidir la Generalitat y, de hecho, ganó las elecciones autonómicas, pero las fuerzas republicanas cortaron su camino hacia la condición de muy honorable. A los seguidores de Puigdemont no les gustó ni les gusta aún su osadía y después de que el domingo visitase Amer, el pueblo natal del prófugo, una brigada ciudadana se lanzó rauda a la plaza mayor escoba en mano para “desinfectarla”. A la concejala coruñesa de Bienestar Vegetal, María García, biotopo pata negra, se le iluminaron los ojos al enterarse de la existencia de unos ciudadanos tan enamorados del aseo. Cuando de nuevo el lixo inunde la ciudad, como ya le ha ocurrido tantas veces desde que llegó a María Pita, podrá echar mano de ellos para que la saquen del apuro.

La brigada secreta de María García

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