Una alternativa para liberar a la ciudad de las hojas secas


“SOMOS dos hojas movidas por el viento”. Perfectamente podría haber dicho semejante cursilería uno de los protagonistas de “Qué bello es vivir” –pregunta inocente: ¿la pondrá alguna televisión estas navidades?–. También podría decirlo alguna de las que hay espalladas por A Coruña, aunque este caso la fase adecuada sería: “Somos dos millones –¿quién sabe si incluso dos billones?– de hojas movidas por el viento”. La concejala de Medio Ambiente, María García, biotopo pata negra, ya tiene bastante con trabajar full time en el negacionismo de la suciedad de las calles como para preocuparse de que la hojarasca oculte las aceras y las calzadas. Por cierto, si queda algún hueco en las actividades infantiles que la Marea, nasía pa’ganá, organiza para vacaciones, se puede cubrir con obradoiro de recogida de hojas para pintarlas después con purpurina y colgarlas en las calles que se han quedado sin iluminación. Sería todo muy navideño y muy ecológico.

Una alternativa para liberar a la ciudad de las hojas secas

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