Xacobe Meléndrez, en Atlántica

En la galería Atlántica se exponen fotografías de Xacobe Meléndrez, que, aunque nació en Tegucigalpa (1963), regresó a Galicia con poco más de dos años, recuperando el sentimiento de la naturaleza que es connatural a nuestro sentir. De eso es de lo que habla su muestra “Berros no (gume d)a fronteira”, que ilustra, entre otros, los versos liminales de la “Profecía do mar” del poeta Bernardino Graña, amén de ofrecer también una serie de fotografías que tienen por tema el Límite. 
Así, con ese comienzo apocalíptico: “Empeza a gran viaxe, a morte o imperio/ do mar sobor de min tal como espero...” se inicia este visionario periplo por las epopeyas del mar que se convierte en sus instantáneas en metáfora de vida y de muerte, de inundación y poderío, de naufragios y esperanzas   ( pues estas tienen también –dicen– un color verde mar o verde agua). El mar se contempla como espacio de cercanía, pero también como horizonte, como más allá; él es, a la vez, tumba para barcos naufragados y calaveras, y semillero de innúmera vida. “¡Medre o mar!” –proclama el poeta– y el fotógrafo hace avanzar sus ambarinas aguas sobre los orillados pueblos de Galicia, o los inunda con bancos de plateados peces o imagina que barren todo lo maloliente, como las fábricas que lo contaminan. 
El mar no es nuestro, sino que “Todos, todas somos do mar” –proclama Xurxo Souto y fiel a esta proclama Xacobe Meléndrez canta al mar para concienciarnos de que dependemos de él y de que debemos dejar de ser esta “especie esquilmadora, destructora y egoísta”; nos invita a mirar desde lo alto de los faros para construir caminos y también quizá para recordar tantos como abrieron nuestros antepasados. 
Quizás sólo así sea posible recuperar el paraíso: volviendo a vivir el mar, a entrañarlo y a surcarlo con respeto, tal como hace ese hombre que hiende en una roja barca la blanca espuma de las altas olas que acaban por fundirse con las nubes, haciendo que el cielo y la tierra se reencuentren; al pie de la foto, los versos de B. Graña nos recuerdan esa ansia inapagable de reencuentro: “...Escacho e fendo tolo por ver certo/ outra ilusión de paraíso ou terra...”. Viajeros al fin del mar del tiempo somos los humanos y Xacobe nos hace sentir el móvil, inestable, fantástico flujo del devenir en la poética de las oceánicas aguas.

Xacobe Meléndrez, en Atlántica

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