Miguel Piñeiro, en Moret Art

Miguel Piñeiro ( Vilagarcía de Arousa, 1976) nos trae, en esta su quinta exposición en Moretart, una visión, a la vez lúdica y reflexiva, sobre el universo del pop, con sus iconos mundialmente repetidos de comics, legos, ratón Mickey, cubos de  rubik, anuncios publicitarios  de marcas internacionales ( no podía faltar la Coca cola) y también anuncios y objetos que nos conciernen, como la botella de agua de Cabreiroá, el yoghurt Danone, o los balones de regalo de Fanta, Nivea y la Estrella de Galicia.  
Colorido vibrante e imágenes nítidas, sencillas, que entran por el ojo, como es obligado en el mundo de la publicidad orientada al consumo, configuran estos cuadros y esculturas que son representadas con fidelidad  hiperrealista, pero cuyas formas  aparecen hiperbólicamente agrandadas, para que su efecto sobre el espectador tenga más impacto. 
Es innegable la fascinación que este  volátil universo, multiplicado ad infinitum por los medios de comunicación o mass media, viene ejerciendo sobre nosotros desde hace un siglo y también es inevitable que traigan evocaciones de la infancia y del fabuloso mundo de los juegos. M. Piñeiro recoge alguno de sus ecos y los transforma en otra cosa, en un bodegón a la moderna, en el que, en lugar de vasijas, flores o frutos, hay una fila de llamativos tubos de pinceles, un anuncio de las islas Hawai  junto a una fuente de plástico con  ridícula palmera ídem, un reloj de marca Swatch de llamativa correa, una etiqueta de las que se ponen en las valijas de viaje en avión, un recipiente rojo dispensador de pajitas de plástico o una entronizada botella de agua mineral con su consabido barquito dentro ( eso sí, de papel). 
Nada noble o que remita al ideal clásico, en este mundo infantilizado y “heavy” que vivimos, de cuya transitoriedad consumista habla la obra que titula  “Es muy heavy...”, la cual  representa una etiqueta rosa colgada de una púa de tocar , y que lleva dibujado el icono negro de un ser humano portando una blanca maleta: o lo que podríamos traducir por anonimato y vacío y moverse al son que tocan, en este caso el del Heavy metal. Este espíritu trivializado es el de nuestra época y el material que mejor la representa es el plástico; así que todos los objetos de la muestra, que no están exentos de una nueva forma de rompedora belleza, dan fe de  la inevitable invasión de esta materia. 
Siguiendo los preceptos del pop art, que quiere mostrar las circunstancias de nuestro mundo mercantilista, M. Piñeiro ofrece una visión, a la vez irónica y  apologética  de la civilización del plástico y, en el cuadro que titula “The culture of plastics” hace un homenaje a los diseñadores Philip Stark y Kartell, grandes defensores de su utilización. Entre piezas de culto y guiños a los frágiles recuerdos de la infancia, entre los que destaca un teléfono de juguete de los que fabricaban los niños de antaño con un cordón rematado por dos recipientes de yoghurt,  nos sitúa en esta realidad invasora, que ha convertido nuestros entornos en auténticas villas de plástico, remedo de la mítica Plastic Ville.

Miguel Piñeiro, en Moret Art

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