MARÍA JESÚS SOLER

Expone en la galería Arte Imagen la pintora valenciana María Jesús Soler su serie Meninas, un icono recurrente desde que el famoso cuadro de Velázquez lo hubiese convertido en símbolo de un cierto modo de lo hispano, pero que adopta en ella un configuración especial; de hecho, más que ante Meninas strictu sensu, estamos ante un espacio con forma esquemática de mujer y la amplia curva del miriñaque que se abre como un abanico y desborda el marco del cuadro es el ampuloso regazo en el que se juegan los aconteceres; por ello es también la curva del horizonte, la convexa sinuosidad de las montañas, la ola impenitente del mar, el camino que se tuerce en la noche, el rojo fruto o la espiral infinita de la galaxia.
Es Eva multiplicada, erguida enhiesta, sosteniendo el mundo, enfrentándolo impertérrita, guardándolo en su seno inagotable de magma mater. Los astros han puesto a M. Jesús Soler bajo la tutela de lo femenino y hay algo íntimo, profundo, personal, en esta mujer sin rostro, repetida en su hierática soledad, en su quietud de esfinge; ella es mujer libro, mujer-flor, mujer mariposa, mujer copa, mujer mar, mujer hoja, mujer roca, mujer monte, mujer canción, mujer puzzle, mujer petroglifo, mujer-todo.
Forma, a la vez fija y abierta, se colorea con todas las gamas del arco iris y se adorna de múltiples y variados modos, se viste de grafitis prehistóricos o de collage de noticias de prensa. Más que presencia es paisaje, verde evocación de exuberantes floras o rojo atardecer. Es – como la misma pintora escribe– “el tiempo que pasa y fluye y cambia… belleza contemplada, mito y leyenda”.
Pero, más allá del mito plástico, es uno de los tantos modos del arquetipo de la mujer: maga, dama, bruja, princesa o madrastra. La pintora lo usa, incluso, como diario de sus pensamientos, como el eterno cuento de la Cenicienta que sueña con ir a la fiesta prohibida, o como la encerrada damisela que espera y espera el príncipe salvador. Tiernos, antiguos, lejanos cuentos de todas las latitudes vibran en esta criatura polimorfa y nos llevan de la mano hacia la infancia perdida y hacia tantos anhelos incumplidos. Por ello ella dice: “Aquí soy mancha y sueño, también palabra pintada”.

MARÍA JESÚS SOLER

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