Luis Pardo, en Xerión

uis Pardo ( Granada, 1953), cuya obra figura en importantes colecciones y galerías de arte internacionales y ha merecido la atención de prestigiosos historiadores y críticos de arte, trae a la galería Xerión la muestra “A Coruña 2020”, inspirada –como reza el título–  en paisajes de nuestra ciudad y alrededores , como el castillo de Santa Cruz, pero sobre todo en la épica de nuestro mar, de cuyas luces y embravecidas olas parece declararse enamorado, como parece sugerir el cuadro “Por un recuerdo”, que abre la exposición, en el que el mar, visto desde O Portiño es una placida lámina o un espejo  para evocaciones de inmensidad. 
Dotado de unas excepcionales dotes para recrear el paisaje de un modo realista y dueño de un riguroso oficio, su obra no deja de tener un toque de lirismo que hace extensible a los poéticos títulos, como” El silencio roto”, “Sueño gallego” o Caricias del viento”, donde la claridad  de lo alto se derrama sobre las infinitudes marinas creando caminos de luz, al tiempo que se siente la fervorosa fuerza de las espumantes olas que baten contra las rocas del Orzán. 
Nos parece que en estos cuadros, tan encendidos y luminosos, late la sensibilidad de un hombre del sur, que mira con ojos encandilados y ajenos a la saudade que nos caracteriza y a nuestra sinfonía de grises. Por el contrario, en ellos cantan, sobre todo, el blanco y el azul en todas sus gradaciones, transmitiendo, a la vez, una gozosa vitalidad y un ensueño de lejanías; no faltan tampoco los esplendores dorado-rosáceos de un encendido sol, como en el  que titula “Candela marina” que convierte cielo, playa y mar en un paraje para ardientes ensoñaciones. También con esa cálida luz viajera, enhiesta sobre su orillada península, parece dialogar, hechizada de resplandor anaranjado, la Torre de Hércules. 
A veces establece un diálogo de contrastes entre las pizarrosas y erosionadas rocas de la orilla y el albo sosiego de las aguas iluminadas, como ocurre con su pintura sobre el Castillo de San Antón; o en el que titula “Mirada de tarde”, que ofrece una vista en lejanía del paseo que lleva a la Torre de Hércules desde los terrosos peñascos del Orzán, fundiendo  la nívea espuma de las apacibles olas, que rompen contra ellos, con el rutilante camino de luz solar. 
“Reflejándome en tu vida”  transmite la exultante energía  que enciende la dorada playa y alza hacia el cielo las enfervorizadas olas. Luis Pardo consigue, pues, con su apasionada mirada, que aquel que fue llamado Mar Tenebroso sea visto como un mar de promesas y de vida, lo que podría resumirse en la obra “Cuando te miro”, que hierve de asombro y admiración, que es lo que ocurre también en” Disfrutando del mar”, en “Es lo que quiero” o “En muy loco por ti”. El azul, el turquesa en especial, que es el color de los sueños –como ya Rubén Darío dejó escrito, en su libro del mismo título– ha teñido los ojos y los pinceles de este pintor, regalándonos una  alborozada oda que canta a  los encantos  de nuestra ciudad, haciendo vibrar sus aéreas sílfides y las escondidas ninfas de sus aguas.

Luis Pardo, en Xerión

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