Cuba en las fotos de Ernesto Fernández

Merced a las gestiones de Luis López Gabú, que ejerce también de comisario de la exposición, el laureado fotógrafo cubano Ernesto Fernández (La Habana, 1939) trae al Kiosko Alfonso, con el título de “Cuba desde 1957,” el testimonio fotográfico de lo que él considera la gran epopeya humana de las gentes de su tierra. 
El antes y el después de la revolución aparece documentado en doce apartados que recogen hechos tan cruciales como la crisis de los misiles, la invasión de playa Girón, la guerra de Angola o la visita a la isla de Simone de Beauvoir y Sartre; un sobrecogedor viaje en claroscuro por cinco décadas de historia que fueron decisivos para Cuba y para el mundo; también nos descubre el lado más entrañable y humano, de ese país con el que los gallegos nos sentimos tan hermanados. 
La extraordinaria foto del trompetista Chappotín abre la muestra y resume la resonancia que tenemos del imaginario más positivo de Cuba: la música y la alegría de vivir que resplandece en las manos y en el rostro del músico; frente a esto, aparece el otro lado: el pobre hecho un ovillo junto al cortado anuncio de un cartel que solo deja ver AY AY AY. De esos contrastes está hecha la vida que, fidedignamente, retrata E. Fernández; y a veces nos devuelve su rostro amable, como el del sonriente Camilo Cienfuegos, el del fotógrafo Korda, el del guapo joven recogedor de caña, el de los entusiastas que se reunían en la Peña Sirique o el de las mujeres que se manifestaron en el Congreso Católico (entre las cuales está la madre de Fidel), también está el rostro bellísimo de su joven esposa reflejado en un espejo. 
Pero también documenta el fragor de la batalla, los soldados disparando sus fusiles, las nubes de pólvora, las emboscadas en la selva, los barcos y tanques derribados, el destruido escenario post-bélico o la amargura de la muerte, coma la del pobre soldado caído y solo en la inmensidad vacía de una carretera. Ante nosotros pasan también personajes que ya son historia: Alicia Alonso con su magnífico ballet, Carlos Barral, Graham Greene, Nelson Mandela y, por supuesto, Fidel y el mítico Che Guevara, que tanto inspiró a los jóvenes rebeldes del 68; también aparece, con su curtido y noble rostro y fumando un puro, Anselmo Fernández, el pescador que inspiró a Hemingway “El viejo y el mar”. Evocaciones poderosas trae también el rostro de Gonzalo Roig, autor de la canción “Quiéreme mucho”, cuya apasionada música y letra encendió los oídos de varias generaciones y aún sigue resonando. 
Una foto nocturna de La Habana, con su encendido faro al fondo, abre una gran panorámica de lejanías y horizontes, un ensueño de luces y de sombras, la entrañable poesía de un espacio captado con alma de enamorado artista por un fotógrafo que el día de la inauguración de la muestra dijo humildemente, ante el público coruñés, que él sólo era un reportero, no un artista. Sea lo que sea, sus instantáneas, que han merecido nueve premios internacionales, buscaron captar lo decisivo, descubriéndonos un mundo y los avatares de una época.

Cuba en las fotos de Ernesto Fernández

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