Mañana parece siempre ayer

El gatuperio catalán rebozado por el continuo maullar separatista que ni cesa ni ceja ni de día ni de noche y nos persigue sin tregua asaltándonos a cada instante en todo momento, tiempo o lugar nos ha acabado provocando la sensación de que todas las mañanas son en realidad ayer. Y en realidad es que lo son. Hoy y mañana y pasado, en Cataluña y con lo de Cataluña, siempre es ayer.
Pasarán cosas. Cada día pasan muchas y ya se llevan declaradas históricas cerca de unas mil. Hoy seguro que también. Y de todo puede pasar. Que los separatistas desobedezcan, una vez más, y violen la ley y las prohibiciones del Constitucional. Que invistan a Puigdemont o al elefante. Que lo hagan de esta manera y sin hacerlo. Que lo pospongan para dentro de unos días. Que el prófugo siga en fuga o que regrese, o que siga mareando la perdiz, lo más probable. Todo ello son incógnitas y, atendiendo a los precedentes, es hasta posible que aunque parezca irremediable su resolución en uno u otro sentido, una vez pasado el día podremos hasta seguir ayunos de cual ha sido la resolución. No se olvide que estos señores han proclamado ¡dos veces, dos! una Republica que entre ambas proclamaciones no ha alcanzado ni siquiera un amanecer.
Lo que esta garantizado es el espectáculo. Ese, no hay problema, está asegurado, aunque ya desde hace tiempo y como los jefes de la pista están “guardados”, es más de interiores que de exteriores. Aunque eso puede cambiar en un verbo y ponerse en marcha de nuevo la orquesta y la manifestación. Pero en el teatro o en la calle el esperpento se superara. Eso es lo único seguro de todo lo que puede pasar.
Porque de lo que hoy, día 30, acaecerá podemos ponernos a especular, y de hecho es lo que ahora, ponga usted la radio que quiera, la tele que le dé la gana, abra el periódico que le plazca o entre en el digital o la red que le salga al encuentro es lo que se está haciendo sin remedio. Pero nada más que especular. Es lo que llevamos haciendo desde hace una eternidad al completo y otra más que vamos a empezar. Y uno ya no puede más.
Lo que hay en claro y en negro sobre blanco es que el Constitucional ha dicho que ni por plasma, ni por delegación, que debe venir, y como es un prófugo “en busca y captura e ingreso en prisión”, pasarse antes por el juez a pedirle permiso para presentarse ante el Parlament. Eso está ahí. Pero los separatistas pueden violar el auto del Alto Tribunal y ciscarse en sus prohibiciones. Es algo que han hecho con contumacia y en su momento más álgido unas tres veces al día. Pero ahora hay una diferencia con entonces. Saben que no resultará ni impune ni será baladí. Unos están en prisión, otros lo han estado y pueden regresar, otros andan huidos conscientes de lo que les espera al volver y ahora otros más se pueden unir a ellos en los banquillos y en la prisión. Saben que eso les puede suceder porque ya ha sucedido. Pero hay más. Los que piensan un poco más también comprenden que con ello aún pueden volver aún más atrás que al ayer. Porque al Estado y al Gobierno no le quedaría otra y, en eso está, que restaurar de nuevo la Ley y tienen el 155 en la mano durante todo el tiempo que sea menester. Que si la cosa sigue por anda y quiere Puigdemont puede ser cosa de mucho durar.

Mañana parece siempre ayer

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