La única Manada

La sentencia del Supremo sobre el “caso Manada” es ajustada a Derecho, acorde con nuestras leyes y fundamentada en ellas. Como lo fueron las anteriores, aunque el voto particular de uno de los jueces en el primer caso fuera un desaforado despropósito. Pero antes de continuar en el análisis una obligación: recordar que existen, por desgracia, muchas otras “manadas” y otras tantas víctimas aunque en esos casos no parecen concitar ni el repudio ni las manifestaciones contra sus autores ni sus víctimas, solidaridad y apoyo perceptibles.
Reconozco que me siento más gratificado por la sentencia del Supremo que por las anteriores. Lo escribí ya entonces, cinco armarios acorralando a una joven y sometiéndola, supone coacción y violencia y, por tanto, es violación y no como fue la decisión anterior abusos sexuales en su caso más grave, prevalencia. Así lo ha entendido el máximo tribunal de nuestro ordenamiento. Las anteriores sentencias fundamentaban en aplicar la consideración de gravedad en un escalón menor en que, aunque no se había dado consentimiento, tampoco se había ofrecido resistencia ni negativa expresa. Solo sumisión. Y lo que el Supremo dice ahora es que esa sumisión es lógica por el estado en que se encontraba la victima, la imposibilidad de hacerla efectiva y que no puede exigirse un comportamiento heroico ante tal desproporcionada superioridad.
La sentencia marca, además, jurisprudencia y ello ha de ser motivo de satisfacción para la sociedad y las victimas y habría de serlo de advertencia a quienes bordean tales comportamientos o quienes los traspasan sin importarles el daño ocasionado. Que la ciudadanía medite el por qué de estos comportamientos proliferan, cuáles son sus orígenes y sus causas debería de ser una consecuencia añadida. Por eso es hoy un imposible.
Porque vuelvo a un recordatorio del primer párrafo. ¿Y por qué de las otras manadas no se habla?. ¿Y por qué en tantas ocasiones se oculta, mientras que en esta se hacía ostentación, nacionalidad y situación de los agresores? ¿Y por qué muchos medios de comunicación hacen de esa ocultación a los ciudadanos una pretendida seña de identidad progresista? ¿Por qué decir la verdad y contar los hechos es algo que debe callarse?
Las preguntas tienen una respuesta: la ideología por encima de los hechos, la verdad y las víctimas. Por eso “solo” y para algunos existe una “Manada” y por ello algunas grandes declamatorias son una repulsiva mentira.

La única Manada

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