El selfie de Iglesias

Por escrito dicho Pablo Iglesias en enero de 2016 (El artículo se titulaba “El Gobierno del cambio”): “No confiamos en los aparatos del PSOE, pero admiramos a sus bases y a sus votantes”. La sentencia es de estricta aplicación a los dirigentes de Podemos. A él, en especial. Todos tenemos en la retina las últimas actuaciones de inspiración pablista. Me refiero, sobre todo, a la algarada del jueves en el Congreso y a la del día anterior contra González. La primera, por cuenta del amago de motín en un CIE, se quedó en una muestra más del acostumbrado recurso pablista a las artes escénicas. No pasó de ahí.
Lo de la Universidad, en cambio, tiene más enjundia. Es muy grave tratar de convertir el templo del saber en una caja de resonancia del fanatismo y la ignorancia. Porque fanatismo e ignorancia es lo que hubo en la actuación y los gritos contra González.
No consta que estuviera presente en la actuación organizada para impedir la conferencia del expresidente pero encaja en el llamamiento a tomar la calle que viene haciendo ante sus seguidores.
Dicho y hecho. La relación causa-efecto está clara en el incidente del miércoles en la Universidad Autónoma, donde se repicó la referencia de Iglesias a la “cal viva”. Seis meses después reaparece en los gritos de unos muchachos que no se han esmerado en conocer la reciente historia de España. El acto vandálico contra González, dicho sea de paso, ha cursado como imprevisto factor de acercamiento entre las dos facciones del PSOE que resultaron enfrentadas tras la caída de Sánchez. El selfie universitario de Iglesias ha logrado que se visualice la distancia entre los tres partidos de inequívoco compromiso constitucional respecto a a Podemos, que hace lo posible por quedarse en el gallinero de la política.

El selfie de Iglesias

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