Rosa Valdeón

La hasta ahora vicepresidenta de la Junta de Castilla y León, Rosa Valdeón, sucumbió bajo el discurso de ejemplaridad que siempre fue cosido a su figura publica. Tras el exceso documentado en el control de alcoholemia, mientras conducía su coche particular de Madrid a Zamora (rechazaba el uso del coche oficial en viajes privados), no podía hacer otra cosa que presentar su dimisión ante el presidente, Juan Vicente Herrera. Y, con mucho dolor de su corazón (está tan afectado o más que ella, me consta), a este no le quedaba otra que aceptarla, una vez que Valdeón había dado la cara y reconocido su imprudencia.
Pero, mucho más allá de las “dos cerveza y un ansiolítico” y la insidia de los 170 kilómetros por hora (falso de toda falsedad, la Guardia Civil ni siquiera lo menciona), un incidente de tráfico no puede abolir de la noche a la mañana la calidad política y humana del personaje. Ni impedir que constatemos la desproporción entre el error cometido y las consecuencias, que apuntan hacia un injusto fin de su carrera política. De todo lo cual nos quedan algunos significativos retazos.
El líder regional de Podemos, Pablo Fernández, en las antípodas del PP, califica de “error gravísimo” el cometido por Valdeón. Pero sin dejar de reconocer en ella “el ejemplo de un político honesto”, señalar que “la comunidad pierde a una persona de extraordinaria valía” y admitir que era “lo mejor que tenía el PP en Castilla y León”.
Un periodista influyente con mando en plaza en los medios de Castilla y León, se manifiesta en las redes sociales de esta guisa: “Es una mujer honrada, valiente, seria y comprometida. Y esto es una putada terrible”. De acuerdo, colega. Lo uno, la imprudencia cometida por Rosa Valdeón, no quita lo otro. Que quede claro.
De una fuerza viva de Zamora al amigo personal (servidor, a mucha honra) de la ya exvicepresidenta, portavoz y consejera de Empleo de la Junta: “Si hablas con Rosa dile que ha sido muy valiente y que la mayoría de los zamoranos sienten lo que ha pasado. Supongo que lo sabe, pero bueno. Aquí lo hemos sentido mucho, y lo que más nos cabrea es la mezquindad de los peperos de Zamora”.
Sabido es que la dirección provincial de Zamora, controlada desde Madrid por el dirigente nacional, Martínez Maillo, de acreditada incompatibilidad política y personal con Valdeón, ha reclamado a esta que abandone también su escaño de procuradora en las Cortes. No es la posición de la dirección del grupo parlamentario, que quisiera seguir contando con ella.
Rosa Valdeón, que atraviesa una delicada situación familiar y aún no se ha abierto paso entre las lágrimas y la decepción por ciertas reacciones en las filas de su partido, quiere dejar la política y trabajar para alguna ONG. Su mentor, Juan Vicente Herrera, que la tenía como una firme candidata a sucederle en la presidencia de la Junta, trata de convencerla de que no abandone.

Rosa Valdeón

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