RAJOY, EL INMÓVIL

Antes de ir por ir a ver al Rey, aunque ir para nada es tontería, Rajoy ya estaba metido en campaña. Como los otros. Pero, a diferencia de otros, sin el desgaste de marear y marearse corriendo detrás de la perdiz. O sea, con esa frescura del jugador que se limitó a esperar en el banquillo y sale al final del partido a comerse el césped: “Estoy en forma, con ganas y dispuesto a dar la batalla una vez más”, dijo ante su gente este fin de semana. El acto le sirvió, además, para anticipar intenciones ante la campaña del 26-J. A saber: ofensiva contra Ciudadanos, recuperar voto joven fugado al partido de Rivera, menos mítines, más cercanía a los votantes, vuelta al discurso de la recuperación económica, transformar el sambenito del inmovilismo en el mejor favor que pudo hacer a España, y, por supuesto, culpar a otros de no haber superado el mandato de las urnas del 20-D.
Mientras los socialistas culpaban a Podemos de favorecer la continuidad de Rajoy en la Moncloa e Iglesias se dejaba querar por sus fans al ritmo del “Purple Rain” (Prince, RIP), en el PP volvían a pellizcarse al comprobar que el marianismo está vivo y coleando. Lo cual me trae a la memoria lo que siempre le oigo decir sobre Rajoy a un insigne exdirigente del PSOE: “Si en política siempre le fue bien así, ¿por qué iba a cambiar a estas alturas de su vida?”.
En un periódico se subrayaba que, aunque hay mucho ruido de muebles dentro del PP, la renovada posibilidad de seguir en el poder actúa como factor de cohesión en torno al líder “inmóvil”. E pur si mouve, que dicen que dijo Galileo antes del martirio. No le sirvió de nada, mientras que a Rajoy le sirve para frenar a quienes quieren enterrar el modelo “inmovilista”, tan rentable desde que Aznar decidió designarle sucesor en 2003.
De momento tendrán que esperar al resultado electoral antes de exigir la convocatoria del congreso nacional del PP, ya muy retrasado respecto a los plazos marcados en los Estatutos.Y si, como dicen las encuestas, el PP vuelve a ganar, con más escaños y muchas mas posibilidades de formar Gobierno, que se olviden los del tea party del PP, la derecha ilustrada y un sector del Ibex que considera agotado el marianismo.  
Sánchez, Rivera y Pablo Manuel pregonaron el cambio con aversión al inmovilismo del Partido Popular (y la corrupción, todo hay que decirlo) en las elecciones del 20-D. Pero han quedado como los teloneros de Mariano Rajoy, el inmóvil, ante unas elecciones marcadas por la abstención ANTOI

RAJOY, EL INMÓVIL

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