Miedo al bloqueo

Ea maloliente trastienda de los debates televisados deja la política nacional en estado de infantilización. Y deja a La Moncloa seriamente afectada por el síndrome del piloto borracho. No ha estado la clase política a la altura de la circunstancias en la gestión del doble debate. Pero el Gobierno y su partido llevan la peor parte. Por el daño a la imagen de la televisión pública, desprecio a la doctrina de la Junta Electoral y amago de incumplir y hacer incumplir el compromiso adquirido con Atresmedia. Todo ello, en nombre de intereses de partido.

Es lo que hay detrás de los cruces televisados aquí y ahora. Sobre ellos planea la sombra negra del bloqueo a la gobernabilidad del país. Esa sombra es la que proyecta el miedo a que la hipotética igualdad de fuerzas entre los dos bloque se deshaga por encajamiento del PSOE con los independentistas. La amenaza marca el aquí y ahora de la política. Que el desbloqueo aritmético a favor de la gobernabilidad genere un bloqueo político que impida esa gobernabilidad por culpa de un socio de aversión declarada a la Constitución y cuyo objetivo es la ruptura de la soberanía nacional.

Moncloa no hace ascos a esa posible alianza. Pero donde dice “diálogo”, ERC (el socio más probable) dice “independencia”. Para integrarlos en la convivencia, no para amplificar sus objetivos separatistas, dice el PSOE. Pero Junqueras y su gente siguen diciendo que el derecho de autodeterminación y el referéndum son irrenunciables.

La otra combinación de aritmética inicialmente propicia a un gobierno de mayoría absoluta sería una alianza PSOE-Ciudadanos. Pero ha sido irresponsablemente descartado por Albert Rivera ¿Puede haber marcha atrás? Llegado el caso la sed de gobernabilidad y una generalizada demanda de las fuerzas económicas podrían despertar entre los dirigentes de Ciudadanos el sentido de Estado y el compromiso con los intereses generales.

Lo demás es pasto fresco para la voracidad de los analistas y stress-test para los cuatro líderes nacionales que se la juegan en estos debates. Y un quinto, Vox, que no está pero que también se la juega. Abascal parte con la ventaja de la ausencia, del mismo modo que Pedro Sánchez parte con el handicap del que va en cabeza, porque tiene poco que ganar y mucho que perder. 

 

Miedo al bloqueo

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