La razón secuestrada

El secuestro de la razón es madre de todas las aberraciones. Nos salen al paso a la hora de descifrar la evolución del conflicto catalán, convertido ya en guerra civil posmoderna, donde las palabras y las actitudes sustituyen a los fusiles de antaño. El último contradiós es la absurda exigencia nacionalista de que el Gobierno ordene a la Fiscalía y la Abogacía del Estado la retirada de las acusaciones (presunto delito de rebelión) contra los responsables políticos y civiles del fallido golpe a la integridad territorial del Estado español.
El vicepresidente de la Generalitat sugiere que la desactivación de esas acusaciones sería el precio a pagar por Sánchez por el sí de los diputados nacionalistas catalanes a los Presupuestos Genereal del Estado de 2019. “No tiene sentido que por un lado se pida a ERC que vote las cuentas y por otro se avale la prisión de su líder”, dice Pere Aragonés, que ejerce el liderazgo de ERC como suplente de Junqueras. Ahí se ve la escasa vocación democrática del personaje y su desprecio al principio de separación de poderes.
Vale la pena recordar que el golpe del 27 de octubre de 2017, con los consabidos antecedentes de septiembre (leyes de ruptura en el Parlament), fue contra el Estado, no fue contra el Gobierno Rajoy. Y que la afectación de lo que los nacionalistas exigen ahora recae sobre el Estado, no sobre el Gobierno Sánchez. Las instituciones interpeladas (Abogacía y Fiscalía) lo son del Estado, como su nombre indica, no del Gobierno. Y sería mayúsculo el escándalo de unos funcionarios públicos marcando el paso del Gobierno de turno por obediencia debida.
De hecho, la posición del Gobierno Sánchez es exactamente la misma que la del Gobierno Rajoy respecto a la actuación de las dos instituciones mencionadas, a las que la Constitución encarga la defensa de la legalidad. Y tampoco estaría mal recordar que los socialistas, antes en la oposición y ahora en el Gobierno, son y serían co-inspiradores del recurso al 155 (intervención de las instituciones autonómicas si vuelven a instalarse en el desacato, la unilateralidad y el incumplimiento de la ley).
Todo lo cual me lleva a señalar otra de las aberraciones frecuentes del debate. Me refiero al hecho de que dirigentes de Ciudadanos acusen al PP de asumir el discurso separatista, mientras difunden la maliciosa sospecha de que Pedro Sánchez es un amigo en la sombra del secesionismo catalán.
Necesitamos una sobredosis de recuerdo sobre los imperativos de la razón cuando, en fase de precalentamiento ante las jornadas del 11-S y el 1-O, el presidente de la Generalitat, Quim Torra, en su conferencia del martes en el TNC de Barcelona vuelve a las andadas llamando a la movilización popular por la república catalana y pidiendo la excarcelación de los dirigentes nacionalistas.

 

 

La razón secuestrada

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