La oportunidad del 21-D

Era la Cataluña del sentido común, la del gol de Iniesta, la que deletrea el nombre de España con amor (como el poeta comunista Gabriel Celaya) sin desertar del amor a la tierra, la Cataluña que se reconoce más en los análisis que en las apuestas, más en las razones que en las emociones y la que acaba de asumir el reto electoral del 21 de diciembre como una catarsis destinada a poner las cosas en su sitio. Es decir, a demostrar en las urnas que los no nacionalistas son más que los nacionalistas.
Esa interpretación de la multitudinaria manifestación del domingo en Barcelona, convocada por Societat Civil Catalana, me permite sostener que la convocatoria electoral derivada de la aplicación del artículo 155 de la Constitución, tendrá carácter plebiscitario. El principal orador del acto, Jose Borrell, ex ministro socialista y ex presidente del Parlamento Europeo, no lo dijo expresamente pero se desprende de sus palabras.
Según Borrell, estamos ante una impagable ocasión de demostrar que los catalanes no separatistas son mayoría. Completamente de acuerdo. La ocasión es excelente si queremos darle la vuelta a la mayoría parlamentaria vigente hasta el viernes pasado. Si se llenan las urnas como ayer se llenaron las calles estaremos en la vía más fácil de evitar que personajes tan nocivos como Carles Puigdemont, Oriol Junqueras y Carmen Forcadell, se hagan fuertes en el poder institucional y reanuden el disparatado viaje a ninguna parte que el Gobierno, con autorización del Senado, acaba de desactivar con el 155. El mensaje de otro de los oradores, el ex ministro del PP, Josep Piqué, en diferido en esta ocasión, también destacó la oportunidad del 21-D para demostrar que somos más “los que queremos seguir unidos al proyecto común de Cataluña, dentro de España y dentro de Europa”. Lo de plantear estas elecciones como un plebiscito a favor del sentido común no solo apareció en los discursos de Piqué, Borrell y el ex secretario general del PCE, Francisco Frutos. El líder del PP catalán, Garcia Albiol, aprovechó la manifestación para decir que hay que acudir en masa a las urnas para enviar a los independentistas a sus casas. Todos ellos leyeron el pensamiento del millón largo de personas que, según los organizadores, abarrotaron el paseo de Gracia de camino hacia la Gran Vía. Y todas estaban concertadas contra los irresponsables intentos de romper España. De momento han roto la convivencia entre catalanes. Es lo peor. Pero también han logrado el desprestigio de las instituciones autonómicas y de la imagen de Cataluña en el mundo.

La oportunidad del 21-D

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