Condenados

Han sonado como las trompetas de Jericó anunciando lo que se avecina. Me refiero a las conversaciones de todos los partidos para pactar lo único en lo que todos estaban de acuerdo: abaratar la campaña electoral y hacerla lo más digerible al ciudadano que ya anda desbordado de tanto ruido y tan pocas nueces. Todos, insisto, estaban de acuerdo en que no era de recibo después del ejemplo que han dado, poner en marcha la segunda edición de una campaña que no va a ser sino la enésima repetición de lo mismo. Y todos estaban tan por la labor de poner unos límites aceptables que se reunieron sólo para eso ¡y se levantaron sin llegar a un acuerdo! ¿Hay quién dé más? No sé si en los próximos días alcanzarán un consenso, pero es que ya da igual, es que ya uno lleva lo suficiente como para no andar escarmentado de todo cuanto dicen y hacen unos y otros. Es que no son capaces ni de ponerse de acuerdo en lo que están de acuerdo. Y no se entiende. Por eso lo de las trompetas. Si con la que ha caído en esta larguísima y penosa legislatura inútil y con la que sigue cayendo en un país paralizado por los egoísmos partidistas y las fobias personales, estos señores son incapaces de ponerse de acuerdo para abaratar la campaña, ¿qué podemos esperar de lo que ocurra después de las elecciones? 
No lo sé y la única variación previsible era el famoso adelantamiento de la unión entre Podemos e Izquierda Unida que sobrepasaría al PSOE como segunda fuerza política. Pues parece que ya ni eso. Según la última encuesta del CIS, pasa con esto como lo de José Mota con las gallinas: “las que entran por las que sales”, porque todo hace pensar que lo que sume Garzón lo resta una caída de Podemos, con lo cual seguimos en las mismas y a la espera de que alguien de un paso y decida tomarse en serio el futuro de este país.
Escribía yo el otro día sobre una idea que no deja de provocarme un cierto desasosiego; reflexionaba sobre una frase que se repite con cierta frecuencia –el último creo que ha sido Ribera– sobre que los políticos están ahora, más que nunca, “condenados” a en tenderse. Y seguramente ese es el drama de España: cuando la búsqueda del entendimiento, el acuerdo, la responsabilidad de todos en el bien común se convierten en una condena en lugar de ser una tarea ilusionante, la sociedad parece abocada irremediablemente al fracaso y sus políticos demuestras carecer de eso que llamamos grandeza. Sucederse así no tiene gloria, pero parece que nunca terminamos de aprender esta lección.

Condenados

Te puede interesar