SÍMBOLOS, LIBERTAD Y VERGÜENZA

La libertad no es un derecho ni un principio absoluto. Tiene un límite, la libertad del otro, de los demás. Se basa en un pilar medular, axial, el respeto, la tolerancia, la pluralidad. No hay verdades tampoco absolutas. Los símbolos son identidades, potenciales y fácticas, que atesoran valor y respeto. Saber respetarlos en sinónimo de educación. La educación en la tolerancia, en las ideas, en el respeto a los demás, también a sus símbolos y sus manifestación. Viene al caso como no podía ser de otro modo a propósito del esperpéntico espectáculo en la final deportiva. Miles de aficionados vascos y catalanes con la aquiescencia de algunos dirigentes con responsabilidades institucionales pero sobre todo constitucionales asistieron a una pitada vergonzosa, irreverente, irrespetuosa del himno de España. La gestualidad del presidente catalán no podía ser más clara. Descortesía y permisividad alentadora aunque lo fuere de un modo implícito y mediato que no inmediato. Ni una aseveración, ni una manifestación en contra, ni antes, ni durante, ni después. Al contrario, apela al ridículo del estado español si trata de sancionar o penalizar tal comportamiento. Así son las cosas en el erial intelectual en que se ha instalado el nacionalismo más jacobino. Tras el himno el jaleo, la vanagloria, el sacar pecho a tamaña heroicidad de miles y miles  de aficionados al fútbol aunque no al respeto de lo que significan para los demás, los símbolos, las banderas, los himnos. Puestos a hablar de banderas jamás el presidente autonómico catalán y vasco comparecen en sus despachos oficiales con la enseña española. Se cuidan mucho. Ya se sabe, nacionalidad histórica, como si las demás no tuvieran historia.
Una situación que se ha ido permitiendo, tolerando, silenciando durante muchos años y que eclosiona cada vez con más fuerza. No por ello quiénes se sienten españoles agreden, insultan o silban a los símbolos vascos o catalanes, significativamente la ikurriña o la senyera.
Este país costumbrista, carpetovetónico y amnésico es capaz de hacer un ridículo manifiesto y exabrupto sublime con tal de azuzar y reverenciar hacia fuera sus sentimientos. Difícilmente se me ocurre en estos momentos país europeo o americano donde tamaña manifestación de grosería y falta de respeto se produzcan. Pero este solar patrio desvencijado y solariego es capaz de todo. No perdamos nunca la capacidad de sorprendernos.
La falta de civismo se ha cronificado en nuestro país, también la de respeto al distinto. Es una cuestión de educación. Hace tres años en un partido de futbol Francia España en Madrid los silbidos e insultos al himno francés fueron de escándalo. Los estadios dan rienda suelta y se convierten en puntos de encuentro a la vergüenza, al insulto procaz y a permitir todo tipo de comportamientos. Nada lo justifica pero quiénes encarnan el poder institucional omiten su censura o condena en algunos casos. Así nos va. El trasfondo es claro de lo que está sucediendo. Y cien mil personas estaban unidas por la ofensa y falta de respeto a un símbolo y a quién ostenta la jefatura del Estado. No sé si la culpa es exclusiva de unos o de otros, de todos por acción o por omisión, pero la imagen es patética.

SÍMBOLOS, LIBERTAD Y VERGÜENZA

Te puede interesar