¿Quo vadis socialismo?

Todo estaba preparado. . Sin opción al debate, a la propuesta, tampoco a la coherencia y la credibilidad. Incluso el desprecio visceral que se profesan dos de de los tres candidatos fue evidente, espurio tal vez. El mismo que quizás atraviesa en estos momentos el alma socialista. La fractura, el vacío, el vértigo ante la pregunta que muchos se hacen: ¿Qué significa ser socialista?, ¿quién será capaz de restañar viejas y nuevas heridas? Llega la hora de la verdad, sin máscaras, sin hipérboles. Pues de estas ha habido demasiadas. Ninguno de los tres fue capaz de enhebrar un proyecto, una visión de país. España no es una nación de naciones, ni tampoco está aderezada de naciones culturales. Es algo más, es la simbiosis de una pluralidad y riqueza humana y social, cultural y rica de siglos y siglos de fusión. Díaz y Sánchez, con la presencia de un convidado de piedra que hizo más de árbitro que de candidato, López, se repelen. No se soportan. Como tampoco buena parte de los socialistas. Y esta es la tragedia de un partido que no ha sabido otear el horizonte. Ilusionar, estimular, proponer. Los golpes y traiciones son la barrera que ha atrapado a uno y a otra. En esa espiral sedicente ha quedado atrapado el horizonte socialista. El viejo y el nuevo pasado. Pues el futuro no está escrito. Y nada aventura que, empeñados en despeñarse en ese precipicio de vaguedades, todo conduzca a un declinar irreversible. Malos tiempos para el socialismo. Es la revancha, el victimismo, la visceralidad los que ahora ganan. Pero también trufan y lastran. Quo vadis?
El debate fue vago de ideas, preñado de demasiados amagos populistas, pero sin concretar. Ni en lo político, ni menos en lo económico. No está claro qué harían, cómo lo harían ni con qué recursos sus brindis al sol. ¿Serían capaces de recuperar, cohesionar y coser un partido roto? Si la propuesta primera es una moción de censura la de este, y la de aquella buscar una izquierda útil, ¿dónde está hoy la izquierda entonces? Díaz se aferra al carácter derrotado de Sánchez, pero sabe que fuere quién fuere el candidato pasaría idéntico resultado.
En Francia sobran enterradores del socialismo, con Valls a la cabeza. Corbyn en Reino Unido se apresta a recibir el mayor correctivo del laborismo en décadas. Schulz es incapaz de ilusionar a los alemanes. ¿Y en España? Visto lo visto, gane quién gane, las heridas seguirán sangrando. No hay ideas. No hay proyecto. Todo huele a viejo. Sin renovación. Solo la hilatura de despejar a una derecha que la candidata tachó de tóxica e infame, y el candidato de indecente. Pero esas alforjas son viejas. ¿Corre peligro la socialdemocracia hoy que todo se llena ideológicamente en un espectro entre neoliberal y populista y donde parece que no hay sitio para aquella?, ¿quién vendió el alma socialista?
Falta un discurso sólido y creíble en los tres candidatos. Sobran frentes, contradicciones y antagonismos entre distintas federaciones. La prudencia política, como la virtud, atesoran el camino del liderazgo. Como nos recuerda Sonnenfeld la prudencia es la sabiduría en las cosas humanas, en el prudente siempre es correcto el para qué, y hoy los socialistas no solo han de enfatizar el cómo, sino el para qué de sí mismos, el porqué de una socialdemocracia en crisis.

¿Quo vadis socialismo?

Te puede interesar