Kamikazes

Cada cierto tiempo salta la noticia de que un conductor suicida o kamikaze causa un siniestro. Una tragedia. Muchas veces no se sabe cómo es posible, o un por qué. Un por qué alguien es capaz de hacer algo así. De acabar con su propia vida, a veces, y provocar, las más, la muerte de otros seres humanos. Truncar vidas, romper familias. Inundar de dolor la vida de los demás, la de los suyos, la de los otros. 
Hace unos días en la A-6 un joven de 21 años causaba un siniestro terrible al ir conduciendo durante kilómetros por la autovía en sentido contrario, primero en una dirección, luego, con sangre fría, cambiando de dirección, pero en ambas en sentido contrario. Temerariamente. 
Cuarenta kilómetros de temor, sorpresa, susto, drama, conducidos por un chaval en plenitud de vida y que causó su propia muerte, la de otro conductor y la gravedad extrema de una tercera persona de un tercer vehículo involucrado en el siniestro. Tres familias rotas. Devastadas. 
¿Por qué alguien es capaz de sembrar el pánico de ese modo? Sea este muchacho sean otros que conducen de modo tan violento y conscientes de lo que puede ocurrir. A veces hemos visto noticias de conductores de altísima edad que en un despiste sí han conducido en sentido contrario. Son los menos, es episódico. 
Desgraciadamente la realidad es otra. Intencionadamente, dolosamente, son muchos los que deciden hacer tamaña barbaridad. ¿Qué pasa por sus cabezas? ¿Por qué lo hacen? ¿A qué obedece este acto?, ¿Son conscientes de la antijuridicidad de lo que hacen? ¿Están en plenitud de facultades mentales?, ¿Están bajo los efectos de alguna sustancia? ¿Es un juego, una apuesta? ¿ O una decidida voluntad suicida sin importar las muertes o heridos que pueden acabar causando? 
Hecho el daño, ya poco importa la reparación o el resarcimiento del siniestro o la asegurabilidad o no de estas tragedias. El seguro no cubre el dolo, otra cosa es demostrar si el conductor está en plenitud o no de facultades mentales y se estamos ante un suicidio voluntario o no y su posible cobertura aseguradora. 
Pero el drama está servido. Esta vez ha sido Galicia, un chaval de Sobrado dos Monxes que causó esta tragedia perdiendo su propia vida y la de otro conductor sin culpa, ajeno a la intencionalidad de aquél, y que sorpresivamente se lo encontró de frente. ¿Qué estamos haciendo mal en esta sociedad de cristal y gaseosa de valores, de principios y de escaso respeto a los demás? 
No ha sido un hecho aislado, esto se repite cada cierto tiempo. El hombre conduce la máquina y lo hace empleándola como arma homicida o causante de su propia autolisis, su muerte. Dramático. Pero más a quién le toca sufrir las consecuencias de estos actos.

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