HORROR, DESGARRO, CONMOCIÓN

Nada hay más grande y hermoso que el amor a unos hijos, máxime cuando son niños, inocentes, indefensos, sin malicia ni maldad hasta que la vida y la sociedad y su socialización les enseña también esto. La ternura, la delicadeza, la bondad, el amor, el descubrimiento de todo, el nacer a la realidad es una etapa única y maravillosa en la infancia. Qué puede llevar a un padre o una madre a asesinar a un hijo, a un niño indefenso e inocente, es algo que se escapa a la razón misma. Queremos creer que sólo la locura, sólo la demencia puede llevar a semejante barbarie, a semejante sin sentido. El desgarro, el horror, la crueldad extrema con la que se termina con la vida de unos niños, en este caso, de dos hermanas de cuatro y de nueve años en un pequeño pueblo de Galicia conmociona y paraliza. Nada puede explicar lo inexplicable. Lo contra natura. 
Tratamos de justificarlo en el odio, en la venganza, en el infligir todo el daño posible a otra persona, en este caso, a una madre, a unos abuelos, a familiares, etc.. Movido por ese afán, por ese estado de locura y brutalidad, aunque lo primero, la locura, otros lo dictaminarán, lo segundo, es terrible. Degollar a dos seres, sangre de tu sangre. Cercenar una vida llena de futuro, de inocencia, de alegría. Nada hay más sincero que la sonrisa de un niño. Sólo el odio es capaz de vencer al amor, a la razón, a la prudencia, a la bondad. 
Sólo el odio mata más que cualquier otro motivo. Motivos sin justificación. No hay crimen más abyecto, más abominable, más terrible y execrable que acabar con la vida de unos hijos. Cuatro y nueve años. Qué mal habían hecho? La flor de la inocencia. Lo más maravilloso de una familia, los hijos. Arrancado con el desgarro frío y sórdido de una muerte brutal, terrible, inimaginable. 
Un padre que sin duda amaría a sus hijas pero que se ha dejado llevar por algo más fuerte y endiablado, el odio hacia su ex pareja. El afán de dañarla en las entrañas mismas de un ser. El desgarro de arrancar la vida de unas hijas. Una tumba abierta para una madre mientras viva. Sólo el odio vence a todo los demás, incluida a la persona misma. 
Un pobre desgraciado que es capaz de matar a sus hijas para dañar y condenar de por vida a la tristeza, a la desesperación, a la angustia, al silencio, a las lágrimas, a una madre a quién se le arrebata todo. Absolutamente todo. Una madre que nos regala el más maravilloso de los regados de un ser humano, la vida. 
Inconsolable dolor, alma desgarrada. Vidas truncadas. Noche eterna para dos familias rotas en mil pedazos. Una madre a la que se priva de lo que jamás se puede privar. Inconsolable. Desesperanza. 
Desconsuelo permanente. Incluso sentimos lástimas por ese pobre infeliz que se tomó lo que nunca se puede tomar, otra vida, la vida de sus dos hijas. Inocencia de cristal. Terrible. Simplemente terrible y desgarrador. 

HORROR, DESGARRO, CONMOCIÓN

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