EL EXPERIMENTO Y EL LABERINTO

La presidenta andaluza arriesgó y mucho. Coqueteó con su personalismo sin carisma. No gana escaños. Pero se legitima por las urnas tras ser impuesta por Griñán. No es mal resultado. Esperaba más sin duda. Pero en estos tiempos mantener 47 escaños mientras su principal rival pierde 17 es un resultado que le permite ser, estar, esperar y soñar. El tsunami Podemos llegó pero sólo fue una ola. Importante y a tener en cuenta pero sin amenazar atalayas. Se echó la campaña a los hombros. Ninguneando a Ferraz. Quiso ganar tiempo frente a todos, frente a un secretario general que aún no se ha consolidado, frente a un ascendente Podemos al que el tiempo sitúa en su dimensión, y frente a un candidato popular que sólo ahora con las elecciones empieza a ser conocido. Batacazo electoral sí, desastre y pésimo resultado para el PP. Sin maquillaje. Fracaso para Génova. Candidato digital y forzado que paga en carne propia lo que otros han hecho. Izquierda Unida fagocitada por Podemos sufre un durísimo revés y paga sin duda los platos rotos de su coalición frustrada de gobierno con los socialistas.
Llega la geometría variable. Pero la de verdad, no la impostada en la legislatura zapateriana. La aritmética que no será real ni definitiva hasta que este año electoral concluya. A buen seguro no habrá pactos de gobierno en estos primeros meses. No interesa a nadie ante las municipales y autonómicas, menos a falta de las generales de noviembre. Nadie quiere ser munición para otros si pactan ni situarse en el ojo del huracán. La geometría que anuncia lo que puede pasar en muchos ayuntamientos, comunidades y veremos si en el gobierno central. La de gobernar buscando apoyos norma a norma, ley a ley. Lejanas las mayorías cómodas de gobierno, desterradas las absolutas, el diálogo, el encuentro, la transacción, la búsqueda de apoyos puntuales pero constantes, es la nueva anatomía del poder político en nuestro país.
Gana la izquierda en Andalucía. No es nuevo, es la tónica de los últimos 37 años. Los de la democracia. Gana de nuevo el socialismo. El principal y único responsable de la situación de los andaluces, para bien y para mal. Queda claro que, en Andalucía, la corrupción no tiene penalización de ningún tipo.  
No muere el bipartidismo tradicional. Pierde escaños sin duda y representatividad, pero no se hunde como muchos vaticinaron. Irrumpe Podemos con fuerza, pero no con el vigor ni el fulgor que ellos quisieran y muchos vaticinaron. Más espectacular sin duda los escaños de Ciudadanos. Victoria para Albert Rivera en la misma propensión y proporción que el fracaso estrepitoso de UPyD que avizora un horizonte grisáceo. Rivera es sin duda el gran triunfador de la noche. Llegó y venció con grupo parlamentario propio. Nueve escaños. Ha sabido aglutinar el voto que en otro momento fue fiel a los populares.
Arranca el año electoral de experimentos y laberintos con un primer resultado claro y contundente. Del bipartidismo perfecto al cuatripartidismo. Nadie quiere extrapolar los resultados andaluces al resto de España, pero todos lo harán de una manera u otra.

EL EXPERIMENTO Y EL LABERINTO

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