LA BATALLA POLÍTICA DE MADRID

Ycierra España, porque a pesar de lo que dijo un presidente autonómico, España es algo más que el vocerío del Bernabéu y el griterío de las Ventas. Madrid tiene algo de épica en las batallas políticas. Marca el rumbo. Lo ha hecho siempre. Desde aquella imagen del balcón de la Puerta del Sol en 1931 hasta quién gana y quién pierde unas elecciones, léase Ferraz, léase Génova en los últimos tres decenios, o incluso una ventana del Palace con dos socialistas alzando su mano al aire madrileño en octubre de 1982 donde el cambio empezaba. Y vaya cambios que ha habido en Madrid. Leguina, que fue un buen presidente autonómico y siempre crítico y autocrítico; Ruiz Gallardón, al que es necesario que el tiempo preste su veredicto ante sus impulsos y no veleidades, y hoy un denostado Ignacio González, sacrificado por méritos propios e impropios. Demasiado tándem para Génova. Un dúo que amenazaba o tal vez amagaba con hacerlo.
Aguirre gana. Peleona hasta la extenuación. Carácter y compulsividad. Nadie puede negárselo. Un animal político que amaga y retrotrae. Calcula y se lanza, aunque también se equivoca. Dos años después vuelve. Nunca se ha ido porque no ha querido ni sabido irse. Si bien nunca explicó por qué se fue. Lo que vino después lo sabemos. Rajoy la ha elegido. Y la ha elegido porque es una buena candidata aunque difícilmente arrumbará a la mayoría absoluta. No había nadie mejor porque seguramente nadie estaba dispuesto, de verdad, a batirse en el precipicio madrileño. Salir de cómodas atalayas al circo electoral no suma ya gladiadores. Pero sí a quienes tienen la garra de este verso suelto,que amagó incluso en 2008 con destronar a quien no destronó porque ni pudo ni tuvo los apoyos que un líder debe tener.
Es lo que hay. Con Aguirre la campaña se animará. Con Cifuentes no lo sabemos. Pero es el tándem. Veremos qué sucede con la presidencia del PP madrileño, y qué, la noche electoral, quién gana y quién pierde, y nos referimos ad intra edificio partido popular. La suerte está echada. Madrid no cierra España pero ayuda a su señor. Siempre ha sido así. La decisión del viernes eclipsó incluso el arranque de campaña andaluz.
Nadie se acordará ni de Botella ni de González. Los números doses que fueron investidos en las glorias del olimpo por abandono o marcha de los próceres. Siempre han sido cuestionados incluso por los propios. Pero es la política. Nadie se acuerda ni de perdedores ni de segundos. Y el viejo adagio de que el tiempo pone a cada uno en su sitio a veces es una utopía. Como aquella de la que la historia me absolverá. No lo hará, sino que pronunciará su veredicto con la naturalidad con que el transcurso del tiempo valora los hechos.
La batalla empieza en apenas dos meses y medio. Las caras y los contendientes se aprestan a la misma. Ideas habrá pocas, hace mucho tiempo que reflexión e imaginación se divorcian de la realidad, la utilidad, la eficacia y la verdad. Es el sino de una sociedad que es reflejo de sus políticos y viceversa. Y como algunos dicen lo importante es el proyecto político y no las personas, aunque se agradecería saber antes cuál es ese proyecto.

LA BATALLA POLÍTICA DE MADRID

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