Que no, que no le consta
Se habían generado muchas expectativas sobre la comparecencia de Sánchez en la comisión del Senado y, mucho me temo, no se cumplieron. De una parte, la actitud chulesca y despreciativa del presidente desde un principio, anunciaba un acto poco productivo y así fue. La iniciativa del Partido Popular y sus intenciones no se vieron satisfechas y, quizá, faltó una reflexión profunda sobre los pros y los contras de la citación presidencial. Contó el presidente con las loas de algunos grupos parlamentarios, como era previsible y con la ausencia calculada del PNV y del Bloque que entendieron que el mejor servicio a Sánchez era no participar del interrogatorio y así lo hicieron.
Después el baño y masaje que le regaló su socio de Bildu (ETA), los halagos de Sumar, la vaselina de Esquerra republicana y la intervención babosa del grupo socialista como cabía esperar. Un poco de los de Puigdemont que quisieron poner en evidencia la rotura fake con el gobierno, la impecable intervención de la senadora de UPN y todos esperando la participación del grupo popular de la que se esperaba mucho más y de otra manera. Exhibición de fotografías que ya todos conocíamos y mucho barullo que por momentos hacían incomprensibles para el espectador los mensajes que se pretendían trasladar.
Algunos pensábamos que el Partido Popular aportaría alguna novedad que acorralara a Sánchez, pero esto no sucedió. Sánchez abandonó la comisión con aires de triunfador y con su bancada satisfecha con la actuación del presidente. A mi juicio, el PP equivocó el perfil del senador designado para intervenir que, por aparentar imagen de muy enfadado, por momentos contribuyó, sin quererlo, a la estrategia de Sánchez y convirtió el interrogatorio en lo que el presidente quería, un “totus revolutus” sin conclusiones sólidas, sin concreciones. Un perfil menos hooligan, más solvente hubiera sido más útil para los intereses políticos de los populares.
Tengo que decir que en los análisis posteriores a la comisión celebrada se observa mayor satisfacción en la bancada socialista que en la popular, situación no deseada por el partido de Feijoo y que dejó un poco fríos a los seguidores populares. Dicho esto, sí quiero analizar algunas respuestas de Sánchez que me parecen destacables. Con carácter general, el desconocimiento preocupante de Pedro Sánchez sobre cuestiones que afectan a su partido y a su gobierno. No le consta donde vive su hermano, tampoco donde está el despacho del gerente del PSOE, ni que su mujer hiciera negocios particulares desde la Moncloa, ni que la fontanera Leire trabajara para el partido, ni que Ábalos mantuviera una doble, triple o cuádruple vida o que la vicepresidenta de la dictadura venezolana tuviera prohibida la entrada en Europa. Dijo desconocer si su suegro patrocinó su campaña de primarias con el dinero de sus negocios de prostíbulos. De Cerdán, Koldo, Ábalos ni palabra, pero, eso sí, tenía clarísimo que la financiación del PSOE era “limpia”, lo cual resulta difícil de comprender cuando uno de sus hombres de máxima confianza está en prisión y el otro con un pie dentro y el tercer pasajero del Peugeot, contando lechugas, soles y chistorras. No se puede disociar la financiación del PSOE de las mordidas cobradas por sus secretarios de organización, es imposible porque ninguno de los “negocios” que hicieron serían posibles sin sus cargos orgánicos en la calle Ferraz. Lo que ellos hicieron, presuntamente, es financiación ilegal a todas luces. Que después ellos se quedaran con el dinero es otra cuestión, si es que no pagaban actos del partido, pero financiación irregular sí que hubo.
El no me consta, es una respuesta preparada no con sus asesores políticos sino con los jurídicos. Finalmente, a Sánchez sí le constaba que el 75% de los ingresos de su partido los aportamos todos los españoles de nuestros impuestos, es decir, no solo lo soportamos sino que lo patrocinamos.
