La hora de Galicia
En la madrugada del domingo dejamos atrás el horario de verano, ganamos luz por la mañana, perdimos claridad por la tarde y se reabrió el debate de si tiene sentido seguir ajustando el reloj dos veces al año.
El cambio horario nació para ahorrar energía aprovechando mejor la luz solar. Parecía necesario en una época en la que la electricidad era costosa, pero hoy, con electrodomésticos eficientes, edificios inteligentes y un modo de vida que no se apaga con el sol, ese ahorro energético se ha vuelto casi simbólico.
Mientras, dicen muchos expertos, los efectos negativos sobre la salud son cada vez más claros. Nuestro reloj biológico se rige por la luz natural y cada cambio horario altera los ritmos biológicos, afecta al sueño, al ánimo y a la capacidad de concentración. Los días siguientes al ajuste se registran más accidentes laborales y de tráfico y algunos estudios apuntan al aumento de problemas cardiovasculares. Todo por un beneficio energético mínimo o incluso inexistente.
A nivel social, el cambio de hora también tiene matices. Algunas personas sienten que ganar luz por la tarde mejora su tiempo de ocio y calidad de vida, mientras otras valoran más amanecer temprano. En economía, la productividad, en realidad, depende más de medidas laborales que de la posición del sol en el cielo. En definitiva, que no perciben beneficios de este cambio.
España, en puridad geográfica debería compartir huso horario con Portugal e Inglaterra (GMT), pero desde 1940 vivimos con el horario de Europa Central impuesto por razones políticas, decisión que nos alejó de la hora solar y moldeó nuestras costumbres: comemos, trabajamos y dormimos más tarde que la mayoría de los europeos.
Y en Galicia el cambio de hora se enreda un poco más. Mientras en Baleares amanece a las siete, en A Coruña todavía reina la noche. Si Galicia compartiera la hora de Portugal, ganaría sincronía solar y recuperaría un ritmo más natural y saludable y el desajuste permanecería en el resto de España. ¿Tendría sentido adoptar dos husos horarios? En teoría sí, pero en la práctica dividir dos horarios complicarían la vida económica y social en un tan país pequeño.
“El horario oficial español precisa eliminar el cambio de hora invierno-verano y aceptar el huso horario que nos corresponde, el de Portugal, Inglaterra y Canarias”, dice el endocrinólogo Felipe Casanueva. Nuestro cuerpo, añade, tiene un reloj biológico sincronizado con el reloj solar. Otros expertos defienden la continuidad del actual sistema.
Por eso, en marzo se repetirá el debate sobre el ahorro energético, la productividad, el sueño, la salud. Volverá a ser en modo “divertimento académico” sin que nada cambie y seguiremos viviendo con un reloj desfasado respecto al sol y a nuestros propios ritmos biológicos. Mientras no se arregle, nuestros cuerpos aguantan lo que les echen.
