En favor de la esperanza
Saludo el movimiento de rebeldía y justa reivindicación de la juventud marroquí en defensa de sus derechos y libertades, y en esa causa, la esencia y conciencia de su dignidad.
En estos momentos de tanto dolor y sus muchas moscas y sus tantos gusanos, hemos de sumarnos con un grito de serena esperanza a la justeza de su causa y nuestra fraternal e intelectual responsabilidad. No voy a entrar a hablar o valorar su régimen político, porque la política se ha apartado de la justeza de las causas para hacer de ellas su causa, su excusa; el elemental ser de su ser miserable, al margen del destino de hombres y pueblos.
Baste decir solo que no cabe justicia ni dignidad en un estado capaz de hacer de sus hijos instrumentos de presión y estrategia geopolítica. Como si fuesen piedras que arrojar a la cara de aquellos a los que se quiere forzar a hacer algo. O grosero material de batalla y construcción con el que alambicar un régimen que no se sostiene sino en el agravio y la justeza del desagravio. Mentira sobre mentira para sostener la gran mentira y el inmenso ultraje que supone secuestrar el futuro de sus hijos con el único fin de sostener el viejo y fatuo pulso de un pasado tan inmoral como terrible.
Los jóvenes son el patrimonio de esa nación, como lo son en todas las demás, y merecen por esa razón otro respeto y otras oportunidades que la de huir voluntaria o forzadamente en busca de un lugar donde les sea humanamente posible.
