Máquinas con mucha más inteligencia, pero... distinta a la humana

Máquinas con mucha más inteligencia, pero... distinta a la humana
El director del Instituto de Investigación de Inteligencia Artificial del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), Ramón López de Mántaras. EFE/Archivo

Sistemas de domótica que aprenden solos, sillas de ruedas que funcionan de forma autónoma, naves que exploran libremente planetas: el vertiginoso desarrollo de máquinas que toman decisiones por cuenta propia promete un nuevo mundo aún incipiente de inteligencias artificiales mucho más cercanas aún a las humanas.

La inteligencia artificial se está expandiendo en la automoción, con automóviles que ya conducen solos a partir de sensores y la detección de semáforos, peatones y cualquier obstáculo; en el ámbito social, con todo tipo de dispositivos "inteligentes"; en la aeronáutica, con vehículos aéreos no tripulados para tareas peligrosas o desagradables para el hombre.

Asimismo, en lo militar, con la investigación aunque en secreto por motivos tácticos de robots militares con capacidad para tomar decisiones en guerras del futuro; en el ámbito de los videojuegos, con el desarrollo de sistemas muy sofisticados capaces de superar a los jugadores físicos en proezas.

Un ámbito muy prometedor para la inteligencia artificial es el farmacológico, porque anticipa de manera muy rápida posibles beneficios añadidos de un fármaco, ha explicado en declaraciones a Efefuturo el científico Ramón López de Mántaras.

López de Mántaras es director del Instituto de Investigación en Inteligencia Artificial del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y miembro del jurado de la última edición del Premio Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento en Tecnologías de la Información y la Comunicación, recién concedido al experto mundial en inteligencia artificial Marvin Minsky.

"La inteligencia artificial permite descubrir muy rápidamente si algo que existe en el mercado puede usarse para otra cosa", ha añadido. Por ejemplo, ha recordado, la Viagra se diseñó inicialmente para problemas de hipertensión y posteriormente se comprobó que era muy efectiva frente a la disfunción eréctil.

Y lo mismo ocurrió con la Lovastatina, un fármaco creado para reducir el colesterol, aunque después se comprobó su utilidad añadida como antibiótico.

Un sector en el que se verán pronto grandes avances es el de los buscadores en internet, con sistemas que facilitarán resultados muchos más acertados, ha avanzado el investigador.

En el área del reconocimiento del habla, las máquinas son mucho "más inteligentes" que hace unos pocos años, aunque el ámbito es muy complejo, con muchos desarrollos pendientes de implementar.

En su opinión, las destrezas de las máquinas en ese área habrían de pasar no sólo por la identificación de fonemas, sílabas y palabras, sino que tendrían que ir mucho más allá.

Así, los sistemas inteligentes deberían ser capaces de entender el significado de frases en una conversación normal en la que se cambia de tema varias veces, como hacen las personas de forma natural.

Sin embargo, hoy por hoy, las máquinas están capacitadas para comprender únicamente cosas relativamente sencillas en contextos muy delimitados.

Uno de los grandes retos en este área sería fabricar máquinas que entendieran el lenguaje e interpretaran lo que ven para discernir incluso sin palabras el significado de algo; por ejemplo, interpretar sólo desde la visión una puesta de sol o un cruce de dos calles céntricas en Madrid, y pronosticar que los peatones no pasarán en rojo un semáforo y comprender que la gente vive en edificios y compra en las tiendas.

López de Mántaras no descarta que algún día existan máquinas con cualidades mucho más sofisticadas y más o menos similares a las de las personas, aunque precisa que nunca podrán tener exactamente las humanas.

El cuerpo influye en las inteligencias; desde pequeños los estímulos que van entrando dan forma al cerebro, en función de unas percepciones, y por eso, "los sistemas de percepción de las máquinas serán siempre distintos a los de los humanos y su inteligencia será también diferente".

En el caso hipotético de que algún día se llegara a desarrollar alguna inteligencia artificial "extremadamente sofisticada" y por tanto más similar a la humana, algo que hoy en día es ciencia ficción, ha dicho, se incurriría en un riesgo muy importante: que los valores de esa máquina fueran muy diferentes a los de los hombres y eso sería un enorme problema. Amaya Quincoces Riesco

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