La actriz de 45 años se muestra esperanzada, fuerte y dando ánimo a los suyos y a todos sus seguidores. Una lucha en la que está siendo clave el apoyo de su marido, Kurt Iswarienko, así como el de su madre. Su pareja le obliga a salir a la calle y seguir activa cuando los daños colaterales del tratamiento disminuyen su efecto y se lo permiten.