As Pontes: el documental de una mina que se convirtió en lago en plena crisis

Hace más de un año, Borja Prado, presidente de Endesa, vivió uno de esos días marcados en rojo en la trayectoria de la eléctrica: la transformación de un espacio minero, situado en Galicia, en un entorno de gran valor ambiental.

Un documental de 30 minutos, 'Azul y verde sobre negro', dirigido por José Antonio Vallejo, de la Asociación Española de Cine e Imagen Científica, y exhibido por primera vez esta tarde, muestra en imágenes cómo se gestó la mayor rehabilitación de estas características realizada hasta la fecha en España, sobre una superficie de 2.065 hectáreas.

Desde los setenta, los 11.400 vecinos que suma As Pontes, municipio enclavado en la provincia de A Coruña, prácticamente fronterizo con Lugo, crecieron a la sombra de una térmica y su inmensa chimenea (356 metros de altura), uno de los motores económicos de la comarca y la imagen más reconocible de una villa que en el último lustro ha visto como su orografía se transformaba.

Allí estaba el mayor yacimiento a cielo abierto de España.

Pero el enorme hueco negruzco que dejó aquella mina de lignito pardo que se clausuró en diciembre del 2007 después de tres décadas de extracción (desde 1976) es ahora un gigantesco lago de 8,7 kilómetros de largo, de aguas azules y claras adornado con dos islotes artificiales y coronado con una playa de arena de cantera lavada de unos 400 metros en forma de media luna en el extremo más próximo a la villa.

Las dimensiones del lago de As Pontes impresionan. Su tamaño es de 865 hectáreas, similar a la superficie de todo el centro urbano de A Coruña. Tiene un perímetro de 18 kilómetros formado por una escollera de roca para proteger el borde del desgaste y alcanza profundidades de 206 metros en algunas cuotas.

Comenzó a llenarse en enero del 2008 con aportes del río Eume, media docena de arroyos y la propia lluvia y terminó en abril del 2012. Embalsa 547 millones de metros cúbicos de agua dulce, lo que lo convierte en una enorme reserva de agua potable. La calidad de sus aguas, sometida a continuos controles (22 parámetros), es incluso mucho mejor de lo esperado.

Un emocionado Borja Prado ha contado en el campus sur compostelano, en el edificio de Feuga, donde se ha visionado la proyección, que es muy posible que al principio de la crisis se generase en algunos ámbitos empresariales "la impresión" de que convenía aparcar hasta mejor ocasión el compromiso de esta empresa con la sociedad y con el medio ambiente, para dar prioridad a otras "cuestiones más urgentes".

Esta apreciación, ha proseguido, "se basa en la idea de que los principios del desarrollo sostenible son una especie de lujo que solo pueden permitirse las empresas en épocas de bonanza, pero que en ningún caso se pueden aplicar en los momentos" de vacas flacas.

"No es esa nuestra percepción", ha abundado, y ha añadido, "muy al contrario", ya que precisamente la mala situación económica ha puesto de manifiesto que la sostenibilidad "no es un comportamiento que podamos elegir voluntariamente, sino que se trata de una condición imprescindible para asegurar la viabilidad de nuestros negocios a largo plazo".

Endesa comenzó a proyectar la restauración del hueco de la mina en 1995, al mismo tiempo que planificaba cómo reconvertir una escombrera con 800 metros cúbicos de áridos y cenizas en un vergel de 1.200 hectáreas y 160 metros de altura repoblado con 600.000 árboles que colonizaron espontáneamente 180 especies diferentes documentadas por el departamento de Zoología de la Universidad de Santiago de Compostela (USC).

Economía, sociedad y medio ambiente han sido los principios defendidos hoy por Prado, que ha esgrimido unos ejes "muy claros", los que llevan a trabajar "de una manera diferente": desarrollar negocios de manera eficiente y rentable creando valor y riqueza, hacerlo teniendo en cuenta las necesidades sociales de las comunidades en las que Endesa está presente, y utilizar de manera eficiente los recursos naturales.

Estos pilares, ha asegurado, no implican únicamente a todos los trabajadores de Endesa, sino a sus proveedores, y en la práctica así se refleja.

"Las palabras, las declaraciones públicas y los compromisos están muy bien y son muy necesarios" pero "no hay nada más convincente que los hechos. El lago de As Pontes, que fue en su día una mina de carbón, es ahora un testimonio de cómo se pueden explotar los recursos naturales de manera sostenible, de cómo se puede devolver a la sociedad lo que nos ha aportado".

José Antonio Vallejo, el artífice del material gráfico, ha señalado que para la filmación no se utilizaron recursos artificiosos porque su deseo era reflejar esas 1.200 hectáreas de bosques y praderas donde antes se encontraba la escombrera de material estéril, así como las diferentes especies de animales vertebrados, tal y como él mismo las percibía.

"Quería plasmar lo que mis ojos podían contemplar en directo, sin forzar", ha remarcado. El trabajo se extendió durante un año, de septiembre de 2011 a agosto de 2012. Veinte horas de grabaciones brutas y todas las estaciones, primavera, verano, otoño e invierno.

"Recorrí el complejo de día, de noche, al amanecer, y en ningún momento me han puesto ninguna traba. Hoy en día es imposible reconocer dónde estuvo ubicada la mayor explotación minera de nuestro país y su escombrera", ha subrayado, y ha reflejado la gran satisfacción que ha sido para él ver que se puede "restaurar lo que se ha dañado si hay voluntad para ello".

Esta idea ha sido recogida por el presidente gallego, Alberto Núñez Feijóo, que ha hecho hincapié en el acierto del título del documental y ha apuntado que lo que durante décadas fue una oportunidad económica para los habitantes de esta zona, ahora es un recurso turístico de primer nivel.

"Se mudó el paisaje de una comarca por el compromiso de una empresa", un lugar "que quedó yermo" ha sido "devuelto a la vida", había un problema "y hoy este problema es una fuente de recursos inagotable. Que lo disfrutemos mucho más tiempo de lo que duró la explotación de lignito", ha remachado.