Piden nueve años para el cura acusado de abusos en el caso Romanones

Piden nueve años para el cura acusado de abusos en el caso Romanones
Román V.C. es sacerdote de una parroquia de Granada ep

La Fiscalía de Granada solicitó nueve años de prisión para el padre Román M.V.C., único procesado en el llamado caso Romanones y acusado de abusar sexualmente de un menor de edad desde el año 2004, cuando tenía 14 años y hasta 2007, cuando ya contaba con 17 años.
El inculpado, sacerdote en la parroquia de San Juan de Vianney, en el barrio del Zaidín, en Granada, al que el fiscal le atribuye un delito de abuso sexual continuado, agravado por el resultado de acceso carnal, se enfrenta además al pago de 50.000 euros en concepto de daño moral a su supuesta víctima, de la que tendría que responder subsidiariamente el Arzobispado de Granada.
Según consta en el escrito de acusación provisional, el religioso aprovechó su “situación de ascendencia moral” sobre el joven para someterlo a tocamientos, tanto en la casa parroquial inicialmente, como en las viviendas en las que el grupo de sacerdotes liderados por Román M.V.C. pasaban sus periodos de descanso, en Los Pinillos, en Cenes de la Vega, y en Salobreña.
El fiscal Francisco Hernández Guerrero, que firma la acusación pública, señala que el procesado formó un grupo de convivencia con otros sacerdotes a los que conoció a lo largo de su carrera sacerdotal, llegando a convivir y mantener propiedades en común, como una casa en la Urbanización Los Pinillos, de Cenes de la Vega; y un dúplex en Cala Verde (Salobreña), pero advierte de que “no consta que formaran una corriente o cualquier otra forma de asociación sacerdotal con entidad legal reconocida por la Iglesia Católica”.
La supuesta víctima y denunciante comenzó a tomar contacto con la parroquia de San Juan de Vianney y el padre Román M.V.C. a los siete años, yendo a misa dominical.

primera comunión
Tras recibir la Primera Comunión, con diez años, frecuentó de forma creciente la parroquia, y pasaba más tiempo en compañía del procesado y sus compañeros sacerdotes, ayudando en las actividades de la comunidad. Las reuniones de tarde de domingo se celebraban, por entonces, en una casa en la calle Pavía.
La convivencia fue ampliándose poco a poco hasta que en 2003 incluso llegó a trasladarse con los sacerdotes a la casa de Los Pinillos.
El acusado, que ejercía de “mentor espiritual” del grupo de sacerdotes, comenzó a atraer al menor, “manteniendo propósitos de contacto sexual con él”. En el año 2004, las estancias del menor en la casa parroquial anexa a la Iglesia eran más prolongadas, y llegó incluso a pernoctar en ella.
La vinculación emocional del denunciante con Román M.V.C. “se intensificó mucho más por causas de esta convivencia y por el ejemplo que suponían el resto de sacerdotes del grupo, quienes se mantenían fieles al procesado tras sus muchos años de liderazgo espiritual”.
Esta situación de “ascendencia moral” sobre el joven fue “aprovechada” por el procesado a partir de la tercera o cuarta estancia nocturna de éste en la casa “para hacerle tocamientos con propósito sexual”, y obligarle a masturbarle “tras realizarle un masaje corporal so pretexto de relajarse”.

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