Gaultier hace bailar sus diseños en una fiesta de sábado noche

Gaultier hace bailar sus diseños en una fiesta de sábado noche
Modelos presentan las creaciones de la colección Primavera/Verano 2014 del diseñador francés Jean Paul Gaultier, en la Semana de la Moda de París, en París, Francia. EFE

 Toda una fiesta fue hoy el desfile de Jean Paul Gaultier en el que las modelos bailaron en un cabaré para presentar unos diseños que sonaron a rock, ritmos latinos o hip hop, bajo la atenta mirada de Rossy de Palma que actuaba como jurado.

La versión francesa de "Mira quién baila" inspiró al modisto, que confesó tras el espectáculo que había usado este programa concurso como "pretexto para mostrar diferentes tipos de prendas, inspiradas por diferentes bailes y músicas".

La recreación de la emblemática coreografía de John Travolta y Olivia Newton John en "Grease" atrajo a los tupés y las chupas de cuero en versión vestido o corsé con sus emblemáticos conos, en una colección con la que revisitar los clásicos de la casa.

El tango precedió a un vestido de tiras con destellos rubís, el carnaval de Celia Cruz se acompasó con los estampados de minúsculas flores, los pantalones anchos evocaron el hip hop, y su icónica camiseta de rayas marineras vivió una nueva etapa a ritmo del baile apache, todo ello bajo la coreografía de la española Blanca Li.

El espectáculo finalizó cuando Rossy de Palma dejó la mesa del jurado para defender a una bailarina que estaba siendo agredida por su compañero. La actriz redujo con violencia al "hombre machista, cruel y sádico", como lo definió Gaultier.

Los bolsillos-cartuchera que el diseñador lanzó en el último desfile de alta costura se aplicaron ahora a los "shorts" de prêt-à-porter de primavera-verano, los brillos metalizados hicieron honor a las estrellas del baile y las capas de tules rosas se movieron con vuelo sobre las piernas.

Horas antes, con faldas de tablas y cuadros escoceses, Viktor&Rolf regresó hoy a las aulas con una colección de prêt-à-porter de estética punk con desobedientes tachuelas.

Versionando a Pink Floyd con su "We don't need no education" (No necesitamos ninguna educación) y a Britney Spears de "...Baby, one more time", los holandeses rediseñaron el uniforme: la americana se deslizó por las tablas de un vestido y el origami radial envolvió la parte superior de las piernas.

La indumentaria escolar masculina se adaptó al armario de la mujer con abultadas bermudas que despuntaron bajo el vestido, en unos diseños de los estrictos colores de la enseñanza privada anglosajona: azul marino, gris y blanco.

Viktor&Rolf incita al alumnado a que encuentre las rendijas de resistencia al sistema y, para ello, propone cuellos con pinchos y pendientes de imperdible que atraviesan la oreja de arriba abajo.

Las insignias llovieron sobre las chaquetas y las camisas blancas se alargaron bajo los remaches dorados, en el desfile que se celebró en una sala erigida en los jardines de las Tullerías.

El cachemir se hizo poncho y tierra en las manos de la directora creativa de Allude, Andrea Karg, quien confesó a Efe que, si bien no lo había buscado, su colección había acabado teniendo un soplo de Latinoamérica.

Lo que sí sirvió de inspiración fue la obra del artista argentino Tomás Saraceno, quien ha instalado en el centro Kunstsammlung de Düsseldorf (Alemania) una red de alambre de acero sobre la que flotan los visitantes.

"Quería explorar la red con el cachemir, su estructura estable, aérea y protectora, y al mismo tiempo delicada", explicó Karg.

El ganchillo, las borlas y los flecos fueron un verano en el campo, mientras que las faldas de tubo con unas mangas anudadas en el bajo defendieron la urbanidad de la colección.

Vivienne Westwood llevó la creatividad al extremo con puntadas étnicas, reminiscencias históricas, decadencia anunciada, ciencia-ficción tenebrosa y clasicismo inquietante.

Los estampados de flores, los hombros puntiagudos, las faldas largas de tul y los pantalones de montar a caballo fueron algunas de las líneas de este desfile.

Con Olivia Palermo en primera fila, la diseñadora belga Véronique Léroy dio entidad al tejido de toalla, con el que construyó incluso sandalias, al cuero negro y a una artística versión del estampado animal en su desfile en el Palacio de Tokio.

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