Antonio y Avelina, la longevidad en el sur y el norte de Galicia

Antonio y Avelina, la longevidad en el sur y el norte de Galicia
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Antonio Arenosa Rodríguez es del sur de Galicia y Avelina Mouzo Leis, del norte. Los dos están en la categoría de los “supercentenarios”, a la que llegan los que superan los 105 años. Ella ha cumplido 109 y él, 107.
Antonio, que ha superado el siglo sigue considerándose un “enamorado de la vida”, se creyó “el animal más viejo” de la tierra de Rosalía hasta que vio una imagen de Avelina, a la que no conoce, en prensa.
Este hombre disfruta de las ventajas que, considera, trae consigo su estancia en el centro Santa Ana, en Ponteareas, donde afirma ser tratado “con el más respetuoso de los cariños y el más cariñoso de los respetos”.
Quienes lo conocen destacan de él su capacidad conversadora, su buen estado físico y su alegría desbordante, cualidades que lo han convertido en uno de los internos más queridos y que lo han hecho portador de una fama de galán que exhibe sin complejos durante su conversación.
Antonio se define a sí mismo como un “chiflado sentimental, romántico y soñador”.
No ha dejado que los años hiciesen mella en sus ganas de vivir y “sobre todo de aprender” a pesar de haber sufrido los percances propios de una existencia tan longeva, como una hija que murió muy pequeña en sus brazos.
No le gusta hablar de ello. Pero sí de su actitud ante la vida. “Cuanto más aprendes te vas dando cuenta de lo mucho que ignoras”, expone melancólico.
Este veterano se tomó siempre el aprendizaje continuo como una de sus máximas y por ello sigue leyendo y averiguando detalles sobre el mundo “para poder conversar acerca de cualquier tema sin caer en el ridículo”.
Si se le pregunta sobre su secreto de longevidad, Antonio no duda en recurrir a la poesía, una de sus grandes aficiones, con la que “consigue explicar a la perfección cómo me encuentro ahora mismo”.
Así, recita: “Me siento con un anhelo que no consigo calmar” y prosigue con versos que fluyen de sus labios con una facilidad impropia de su edad hasta concluir que, es ese anhelo sin fin, “lo que hace que me mantenga vivo”.
Antonio no consigue discernir qué es lo que sigue buscando a sus 107 años, pero sí tiene claros los recuerdos que vienen a su mente cada día.

Tiempo  para recordar
“Dedico mi tiempo libre a recordar”, dice emocionado, y con esas palabras vienen a su cabeza las memorias de su primer amor, que define como “un deslumbramiento de esos que describen los poetas, de entrega completa, como un místico con Dios”. “Ella me rechazó y eso fue algo que me marcó para toda la vida.
Me gustaban las chicas jóvenes y rubias y me acabé casando con una morena 16 años mayor que yo”, rememora divertido.
Tras compartir una vida con su primera esposa, fallecida a los 90 años a causa de una grave enfermedad, Antonio dio una nueva oportunidad al amor casándose en febrero del 89 con una de sus compañeras de residencia en una fiesta que recuerda “por todo lo alto”.
A través de su lectura de prensa diaria fue como conoció el caso de Avelina Mouzo, una noticia que supuso “una cura de humildad” para él, puesto que se había autoproclamado “el animal más viejo de Galicia”.
Avelina Mouzo nació en 1904 y acaba de cumplir –el día de Nochebuena–109 años, cifra que la sitúa como la más longeva de toda Galicia. Lleva una vida normal, en la que apenas se nota lo extraordinario de su edad.
La localidad de Ponte do Porto, situada en el municipio coruñés de Camariñas, la ha visto envejecer junto a sucesivas generaciones de su familia, pues ya tiene hasta bisnietos que comparten momentos con ella.
No tiene ningún secreto, come lo que el resto de la familia, sin distinciones, e intenta hacer las tareas domésticas.

Antonio y Avelina, la longevidad en el sur y el norte de Galicia

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