¿Esto tiene arreglo?

Esto, como habrán supuesto, es la crisis del PP. O, para ser más precisos, la guerra civil entre la dirección del partido en Madrid y la sede de Génova. Porque no se puede simplificar reduciendo la crisis a un enfrentamiento por el poder de Pablo Casado e Isabel Díaz Ayuso.


Hay muchos más actores implicados, un desgaste por la falta de expectativas electorales, la presión de una extrema derecha personificada en Abascal, que les está comiendo el terreno, y un secretario general, Teodoro García Egea, que frena cualquier indisciplina interna con demasiado rigor autoritario.


Para actuar así, y que lo acepten los dirigentes territoriales, hay que estar en el poder, o sea, en Moncloa. De cuando acá a Alfonso Guerra se le habría ocurrido amenazar con la consabida frase de : “El que se mueva no sales en la foto” si Felipe González no hubiera sido el presidente del Gobierno. Otro tanto podría decirse del “general secretario”, como se conocía en el Partido Popular de la época a Francisco Álvarez Cascos, con el respaldo de Aznar al frente del Ejecutivo.


García Egea se ha encontrado en la puerta del Sol con la horma de su zapato, Miguel Ángel Rodríguez, con trienios en política, con experiencia de mando y no acostumbrado a recibir órdenes.


Pero la división ha llegado también a los presidente autonómicos. Mientras Moreno, en Andalucía, pide calma y retrasa sus previstas elecciones al otoño ( ya veremos si Vox no aprovecha la marea y le hace imposible gobernar), Núñez Feijóo juega sus cartas y, desde la estabilidad gallega, pide el cese de García Egea o la convocatoria de un congreso extraordinario que podría catapultarle al liderazgo del partido. Ese mismo liderazgo al que renunció tras la dimisión de Rajoy, por causas nunca suficientemente explicadas.


De momento, y en medio del cruce de acusaciones cada vez más subidas de tono, Feijóo con sus éxitos electorales a sus espaldas y su imagen de hombre moderado, capaz de concitar consensos internos, es el mejor colocado. La salida puede pasar por él, así que atentos en las próximas fechas al palacio de Raxoi en Santiago.


Casado se ha implicado directamente en la pelea con su entrevista radiofónica en la COPE, explicando la sospecha del cobro de comisiones por parte del hermano de Ayuso. Esto hace que el cese de su mano derecha pierda sentido. Porque cuando Egea salió en la sede de Génova, anunciando la apertura de un expediente a Ayuso, estaba claro que seguía órdenes de su líder.


La calma inicial y el lamento por la injusta persecución de la presidenta madrileña se ha convertido, con el paso de las horas, en una mezcla de nervios y crispación ante el temor de que existan más papeles comprometedores de las relaciones de su hermano con la administración que ella misma preside.


Lo que parece evidente es que no hay arreglo posible entre los dos dirigentes, no hay reunión a solas que cierre un conflicto donde se han vertido tan gravísimas acusaciones. Por lo tanto uno de los dos tendría que salir.


O los dos.

¿Esto tiene arreglo?

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