Tú recicla, yo a la guerra

España es un país de pasmados en cuanto que estamos embobados y da la impresión de que no nos enteramos de lo que ocurre o de lo que se dice. Cierto es que la situación política que vivimos no tiene precedentes en nuestra democracia, pero no es menos cierto que la inteligencia colectiva debe estar ahí porque nuestra historia está plagada de errores y de aciertos y, entre estos últimos, hay que apuntar sin dudarlo, el magnífico comportamiento de los españoles tras la muerte de Franco, fruto del cual hemos construido esta democracia que, aún resintiéndose, nos sigue procurando paz y una cierta estabilidad. Lamentablemente no puedo decir lo mismo de todos los políticos que nos han gobernado y nos gobiernan. La inmensa mayoría de los problemas que tenemos no los generó la sociedad civil española sino los gobernantes que han sustituido el sentido de estado por los intereses personales o partidistas. Un desastre cuyas consecuencias se perciben ya con nitidez pero que no han terminado aquí, por desgracia. En plena pandemia, con una economía en la cuerda floja, con una tasa de paro juvenil en la que somos líderes europeos, con miembros del gobierno poniendo en duda la calidad de nuestros productos en los mercados internacionales, con un serio problema provocado por iluminados secesionistas, el precio de la luz por las nubes y las colas del hambre crecientes multiplicándose, con todo esto y más que no me cabe en esta columna, los ciudadanos somos señalados como irresponsables por no contribuir a la sostenibilidad del planeta. Se nos llena de mensajes ecológicos que pasan por que compremos coches eléctricos cuando no hay servicios adecuados para que sean útiles, estamos obligados a separar la basura, lo que está muy bien, para poder reciclar los residuos, se nos obliga a pagar por certificados de eficiencia en nuestras viviendas que solo son unos papeles sin eficacia alguna y nos hacer reflexionar sobre el cambio climático porque nos anuncian el fin del mundo. De todo eso somos culpables los inocentes mientras nuestros gobernantes viven por encima del bien y del mal tomando decisiones que nos comprometen a todos sin contar con nosotros para nada, salvo para pagar impuestos en eso no fallan y se muestran estrictos, como debe de ser. Pedro Sánchez se apresuró a enviar fragatas de guerra y cazas del ejército del aire a la zona de Ucrania, calculo que son barcos y aviones eléctricos y que no portan bombas sino pompas de jabón ecológico por supuesto. Es más, si estalla un conflicto bélico me imagino a los gobernantes en primera línea del frente donde deben de pensar que nadie va a morir en una guerra geopolítica que, una vez más, no generan los ciudadanos sino los políticos. En España, todavía recuerdo a destacados socialistas, hoy sentados en el consejo de ministros, con su pegatina de “no a la guerra” cuando gobernaban otros. El mundo de la cultura “progre” ocupaba las calles contra nuestra presencia en aquel conflicto. Hoy callan porque las guerras a las que convoca la izquierda deben ser aceptables y aceptadas. Por todo ello recuerda, tú recicla y respeta el planeta, ellos ya arreglan las guerras que, supongo, serán ecológicas. Lo dicho, ¡estamos pasmados!

Tú recicla, yo a la guerra

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