Radiografía del 19-J

La barrida del PP en Andalucía, se debe a la confluencia de cuatro elementos de fácil verificación. A saber: la desaparición de Ciudadanos, el castigo a un Pedro Sánchez divorciado de la realidad, el impostado andalucismo de la candidata Olona y la fragmentación de los grupos a la izquierda del PSOE. Esos cuatro rasgos explicarían también el hundimiento de los socialistas, que a estas horas sufren escuchando que, cuarenta años después, Andalucía ya se parece más al PP que al PSOE, y que el sanchismo tiene las horas contadas a escala nacional.


Al deterioro de la figura de Pedro Sánchez habría que añadir como cosa suya, como una apuesta personal frente a Susana Díaz, la designación de un candidato, Juan Espadas, con unos cuantos hándicaps de salida. Se me ocurren tres: su acusado sevillanismo entre ocho marcas territoriales bien diferenciadas, su bajo índice de conocimiento y un origen de candidatura lastrado por una guerra civil de susanistas y sanchistas.


Sin embargo, las decepcionantes explicaciones oficiales del PSOE, encomendadas a voces de segundo nivel, no salen de la recurrente alusión al carácter regional de los comicios. Como si eso sirviera para diluir la generalizada sensación de que los resultados del 19-J van a tener un impacto inevitable a escala nacional.


La interpretación de esos resultados en clave nacional es inevitable. De momento, valen para desactivar la alerta antifascista utilizada contra el PP por Pedro Sánchez y sus aliados. Queda cerrado el turno para el rasgado de vestiduras. No habrá caso Castilla y León. Y queda abierto el crujir de dientes sobre el hundimiento de las izquierdas.


Ojo al dato: casi un millón de votos de diferencia a favor de la derecha. Moncloa no sumó. Más bien, restó. Mala noticia para Sánchez. Y también para el indeterminado proyecto de Yolanda Díaz, que hizo campaña a favor de una de las tres fuerzas de izquierda presentadas por separado a las elecciones andaluzas.


Consecuencia de todo lo anterior es que Núñez Feijóo, líder del PP, se ha convertido en un aspirante creíble a la Moncloa. Pero tendrá que cuidar la expectativa creada después de las elecciones del domingo pasado, porque tampoco es verdad revelada que Andalucía acabe siendo, como muchos creemos, la tumba del sanchismo. Eso depende de muy distintas variables, todas ellas ajenas al voluntarismo de los competidores (PP y PSOE) y la sagacidad de los analistas.


Conviene no olvidar lo ocurrido entre las elecciones andaluzas de diciembre de 2018 y las generales de noviembre de 2019. En las segundas el PSOE obtuvo medio millón de votos más de los que había obtenido en las primeras solo un año antes.


Dicho queda. 

Radiografía del 19-J

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