Necesitamos una esperanza

Es imposible evitar la recepción de malas noticias, cualquier informativo de radio, televisión o de todos los formatos nos saturan de desgracias cada día. Conozco a muchas personas que evitan acercarse a los medios de comunicación para no caer en depresión aún a sabiendas de que, como sociedad, vivimos deprimidos por la impotencia que sentimos ante una realidad que no nos gusta, que nos golpea cada día un poco machacándonos sin piedad. Somos víctimas inocentes de decisiones que otros toman por nosotros y que nos conducen al precipicio, es como si nadáramos contra corriente buscando una orilla a la que no llegamos nunca mientras desgastamos todos nuestros esfuerzos para sobrevivir al día a día, pero cada vez es más difícil porque los elementos parecen haberse rebelado contra nosotros. Desgracias naturales, guerras ajenas que vivimos como propias, ausencia de gobernantes con sentido de estado y una globalización que no llegamos a entender, más allá de criterios económicos que, hoy por hoy, tampoco parecen funcionar. Y todo esto junto cae sobre nuestras espaldas como una mochila demasiado pesada como para poder avanzar, para poder poner un plato de comida en nuestras mesas, para pensar en un futuro para nuestros hijos, ni tan siquiera para disfrutar de un presente tranquilo. Somos muchos, quizá la mayoría, los que ya nos conformamos con poder pagar las facturas a fin de mes, no es mucho pedir ¿verdad? Vivimos con miedo a casi todo: a ir a la gasolinera, a la factura de la luz, a ir a la compra, al comienzo del curso de los niños, a unos impuestos que ya pagamos por todo y que nunca empatizan con nosotros, solo saben subir y subir mientras la pobreza aumenta hasta la exterminación de la clase media, esa misma que mantuvo este país desde siempre. Da la impresión de que hay quien nos quiere empujar al conflicto permanente que bien puede acabar por convertirse en revueltas sociales en una lucha por la supervivencia. Es ahí donde se cultivan los extremismos y donde encontraron su causa muchas revoluciones, es justo ahí donde no queremos llegar. Solo pretendemos vivir en paz y aquí sí que nos encontramos la inmensa mayoría social. Como estoy convencido de la inocencia de los ciudadanos solo me queda pensar que tantos problemas que tenemos nos los generan los gobernantes y que vivimos los tiempos de menos talento en aquellos que tienen la responsabilidad de guiar a nuestros países hacia el bienestar de sus ciudadanos. Los Putin, Johnson, Maduro, Biden, Trump o el propio Sánchez aquí en España, tienen acreditada su capacidad para generar problemas, pero no para solucionarlos. Creo profundamente en la democracia y por eso sé la parte de responsabilidad que tenemos nosotros, los votantes, a la hora de acertar al elegir a nuestros gobernantes y creo que ha llegado nuestro momento. Necesitamos una esperanza, una oxigenación profunda del ambiente que nos rodea. El mundo ha superado situaciones incluso peores de las que hoy padecemos y eso nos debe hacer pensar que, salvo la muerte, todo tiene solución. Es verdad y depende de nosotros, pero hemos de poner desde ya manos a la obra. No hay tiempo que perder para recuperar la esperanza perdida.
 

Necesitamos una esperanza

Te puede interesar