Inflación y empobrecimiento

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, desembarcó el fin de semana en la campaña electoral andaluza (Cuevas de Almanzora, Almería) para presumir de unas cifras de empleo sin precedentes en los últimos catorce años. A saber: veinte millones de afiliados a la Seguridad Social y un paro inferior a la cota de los tres millones.

Ni media palabra sobre el empobrecimiento de los españoles a causa de la inflación, que en el mes de mayo escaló hasta el 8,7%. El dato nos alerta sobre un proceso de empobrecimiento general, de severas consecuencias sobre las capas sociales más desfavorecidas. Es la cara B de los buenos datos procedentes del mercado de trabajo.

La cara y la cruz de una noticia desbordan en este caso el ámbito de lo opinativo. Es meramente descriptivo que desde la última reforma laboral han mejorado las cifras de empleo. Se entiende que Sánchez reproche al principal partido de la oposición que no lo celebre públicamente. Sin embargo, también es verdad que España, con un 13,5%, sigue a la cabeza del ranking de la Unión Europea en tasa de paro.

Den ustedes por hecho que el asunto va a formar parte del primer cuerpo a cuerpo parlamentario del presidente Sánchez y el líder del PP, Núñez Feijóo. La cita es este martes en el Senado, donde el nuevo líder de la oposición, miembro sobrevenido de la Cámara Alta por designación autonómica, va a convertir la pérdida de poder adquisitivo de los españoles en una de sus bazas dialécticas frente a la campaña de autosatisfacción del Gobierno por las cifras de empleo del mes de mayo.

Feijóo ya había abierto el fuego cuando a principios de semana dijo en la radio que Moncloa maquillaba las cifras de empleo, al haber rescatado de la lista de parados a los “fijos discontinuos” en sus periodos de inactividad. Y entonces fue calificado de “ignorante” por la vicepresidenta, Yolanda Díaz, y el ministro de Seguridad Social, José Luis Escrivá.

Las desapacibles reacciones de ambos contra Feijóo denotan el estado de ansiedad de un Gobierno que, frente a claros síntomas de desgaste y una imagen declinante ante la opinión pública, sostiene que el país sigue avanzando también en el terreno económico, a pesar de los nubarrones que aparecen en el horizonte.

Más calado tuvo el encontronazo de Nadia Calviño con el gobernador del Banco de España, Hernández de Cos, después de que éste advirtiera sobre el optimismo consumista de las familias españolas.

Y entonces la vicepresidenta y ministra de Asuntos Económicos reconoció, ahora sí, que bastante tienen las familias españolas con llegar a fin de mes, si es que llegan. Entre otras cosas, por el hachazo de la inflación al poder adquisitivo de los salarios.

Inflación y empobrecimiento

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