Estado de ánimo

Los gobernantes que no son capaces de gobernar sin hacerse cargo del estado de ánimo de los ciudadanos, están condenados al fracaso”. Esta frase que ha dejado dicha Felipe González en la Universidad Menéndez Pelayo de Santander, es toda una lección política. Supongo que resulta inútil esperar que el actual presidente de Gobierno, Pedro Sánchez, reflexione sobre lo dicho por Felipe González. Sin embargo, debería de hacerlo porque quizá así llegue a entender el desafecto creciente de los ciudadanos hacía él y su Gobierno. Y es que Pedro Sánchez, no solo ha incumplido el proyecto socialdemócrata, sino que ha ido en dirección contraria, dejando que Podemos sea quién marque el paso en el Gobierno de coalición. En realidad a Pedro Sánchez o no le importa o es incapaz de darse cuenta de los estados de ánimo de los ciudadanos.
 

Claro que a lo mejor la respuesta es más sencilla: Sánchez es uno de esos políticos capaces de pagar precios desorbitados por mantenerse en el poder, y así lo vienen percibiendo los ciudadanos y entre estos sus votantes. Gobernar con el apoyo de quienes quieren derrumbar nuestro actual Estado de Derecho es un error que cada día que pasa es más evidente. Ojo, no digo que en un Estado democrático no haya que hablar con todos los partidos con representación parlamentaria, incluidos los que no nos gustan, pero hablar es una cosa y, apoyarse en sus votos a golpe de concesiones, es otra.
Que la Ley de Memoria Democrática haya salido adelante gracias a Bildu y por consiguiente dejar que marquen el paso quienes, no solo han amparado y justificado la violencia etarra, sino que abominan de nuestro sistema democrático.
 

Buena parte de los votantes del PSOE, les irrita y mucho ver a Sánchez como un rehén no solo de Podemos, sino de Esquerra y demás partidos, que ya digo les gustaría darle la vuelta a nuestro actual sistema constitucional. Si al principio la gente callaba ante las arremetidas contra la Constitución y la Transición, ahora se denota en el “estado de ánimo” general un hartazgo tal que lleva a muchos votantes del PSOE a tomar una decisión impensable hace unos años: votar al PP. Una decisión que se viene consolidando en las elecciones autonómicas y que es fruto de la desesperación que produce comprobar que Pedro Sánchez va en la dirección contraria.

Estado de ánimo

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