La España del 14-F

Cuando encontremos el tiempo y el sosiego suficientes para mirar atrás y darnos cuenta de lo que nos ha pasado en los últimos dos años, comprobaremos que, por ejemplo, Madrid se ha convertido en una super megalópolis política, y no solo por el ‘efecto Díaz Ayuso’. Y que, paralelamente, el resto de España ha tratado de ir recuperando/adquiriendo parcelas de poder, influencia y riqueza perdidas o nunca adquiridas. Es uno de los temas de fondo empecinadamente ocultos tras, por ejemplo, la campaña electoral en Castilla y León, que llega a su recta final.


Muchas sedes sociales, centros neurálgicos de inteligencia, las instituciones, residen en un Madrid que a veces se ve con los ojos del resto de España como foco de maniobras orquestales en la oscuridad, lo que, visto lo ocurrido el pasado jueves en el Congreso de los Diputados, nada me extraña. Pero ese mismo fenómeno de Madrid como rompeolas de las Españas nos lleva a preguntarnos qué ocurre en el resto de los territorios, ahora hablo de Navarra, o de Murcia, o de la propia Castilla y León, para que toda la tormenta vaya a estallar precisamente en las instituciones radicadas en la capital.


¿Qué sucede en la política navarra para que haya sido posible el escándalo ocurrido en el seno de la UPN tras una simple cena en Pamplona de su principal responsable con un alto cargo del PSOE, navarro, claro, para más señas? ¿Por qué una maniobra, dictada desde Madrid al presidente de la Junta de Castilla y León para que forzase un adelanto de las elecciones, provocó un cambio de rumbo en Ciudadanos a la hora de apoyar la reforma laboral del Gobierno? ¿Qué sucedió en determinado despacho madrileño para poner en marcha la desastrosa moción de censura en Murcia, que por cierto, precipitó las importantes elecciones autonómicas en Madrid?


Podríamos ampliar las preguntas inquietantes: así ¿son los despachos madrileños los que fraguan los complots ‘en provincias’? Y entonces entendemos la batalla por el contrapoder en Cataluña, el alejamiento evidente del País Vasco, el aislamiento fructífero en Galicia, los difíciles equilibrios en Andalucía, las ‘soluciones ocurrentes’ en Valencia... Hoy, para estar bien informado, hay que leer con interés creciente la ‘prensa regional’, porque la política ‘sucia’ se sigue haciendo en y desde Madrid, parece, pero hay un afán regeneracionista en el resto de España, e incluyo a Cataluña, que es preciso observar con atención.


Se hace preciso un esfuerzo reequilibrador. La Moncloa no puede ser la sala de operaciones única, hermética, opaca, desde la que se dirija la nave. Ni Génova su contrapartida en pequeño y, a veces, en algo más torpe. Ni Ferraz puede ser la exclusiva fábrica desde la que se pone en marcha la ‘estrategia nacional’ electoralista.

La España del 14-F

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