Endurecer las penas a los pirómanos

Uno no sale de su asombro cuando recibe las noticias de las grandes zonas boscosas y cercanas a las casas que están siendo destruidas por las llamas devastadoras y que se ponen a la máxima potencia con los tremendos calores que estamos sufriendo. Que las zonas más desprotegidas de los bosques ardan no es nada nuevo en las épocas en las que la canícula veraniega hace sus tremendos vaivenes sobre el termómetro. 
 

Al comienzo del verano Galicia se fue salvando mientras que ardían miles de hectáreas en otras zonas en las que las temperaturas no bajaban de los 40 grados. Pero, de repente, en un par de días, las zonas ourensanas limítrofes con la Meseta comenzaron a calcinarse y los moradores de muchos pueblos del interior tuvieron que ser evacuados ante el riesgo de que pudieran arder los lugares en los que viven.
 

Un estudio universitario refleja que más del 40 por ciento de los incendios que se producen en Galicia son intencionados y que se deben a la mano criminal de mentes desequilibradas. Todos los años las Fuerzas de Seguridad del Estado - policías y guardia civiles- suelen detener a un importante número de vecinos que son acusados de que, con sus malas artes, plantan fuego a zonas del monte generalmente lejos del lugar en el que viven. 
 

Son los pirómanos, esas personas que, la gran mayoría de las veces, no conocemos que es lo que se mueve en su masa cerebral para cometer un atentado criminal de nefastas consecuencias, y que ponen en riesgo la vida de las gentes que muchas veces conviven con ellos en su zona bastante alejada. Los atentados producidos por la mano criminal del pirómano deberían de tener un trato muy concluyente, un endurecimiento en el Código Penal en lo relativo el cumplimiento de las penas, para que sus desmesuradas fechorías tengan un castigo mucho mayor a fin de que se lo piensen antes de cometer un acto tan vandálico.

Endurecer las penas a los pirómanos

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