Cuestión de principios

Todas las combinaciones de la gobernabilidad en Castilla y León pasan por el PP. No hacía falta ponerse estupendos tras su reunión del comité ejecutivo del PP. Nadie discute su primacía regional y su derecho a gobernar. Al propio candidato del PSOE, Luis Tudanca, le faltó tiempo para reconocerlo y felicitar a Fernández Mañueco, tras las elecciones del domingo pasado.


Pero la victoria electoral (“por si alguien no se ha enterado”, dice Casado) también tiene sus exigencias. La primera es garantizar la gobernabilidad haciendo todo lo posible por desactivar el peligro de una legislatura inestable. Eso pasa por una gestión realista de la aritmética electoral generada por las urnas del 13-F.


Hay demasiado voluntarismo en los mensajes emitidos por los dirigentes del PP. A saber: gobernar en solitario, alergia a los gobiernos de coalición, ver a Vox como un socio poco recomendable y, lo más relevante, poner por delante los principios en una eventual negociación con Vox. Veámoslo como un precalentamiento de la ronda de conversaciones programadas por Mañueco para evitar el bloqueo que cantan algunos finos analistas en el caso de que el PP desoyera las desacomplejadas recomendaciones de Isabel Díaz Ayuso.


La presidenta madrileña se ha declarado partidaria de entenderse con el partido de Santiago Abascal para evitar una indeseable repetición de las elecciones en la región más extensa y despoblada de España. Y la dirección nacional del PP ha salido al paso, advirtiendo de entrada que no renunciará a sus principios. La advertencia es oportuna, justa y necesaria. La idea es que el respeto a los principios del PP sean las condiciones del PP en un posible acercamiento a Vox. Alfonso Fernández Mañueco, presidente en funciones y aspirante verosímil a repetir en un nuevo mandato, ya ha dicho de forma implícita que, por ejemplo, de ninguna manera piensa derogar la normativa autonómica, alumbrada por anteriores gobiernos del PP, en materia de violencia de género y memoria democrática, contra las que disparan los dirigentes de Vox.


Todo eso es compatible con la frontera moral trazada por Casado “No somos como ellos, porque no somos como ellos”. Amén. Estoy seguro de que no es una pose, ni una táctica electoral, sino una cuestión de higiene nacional frente a las aberrantes ideas de Vox respecto al sistema autonómico, los valores europeos, el fenómeno de la emigración, los derechos de la mujer, etc.


Pero eso no está reñido con un acercamiento a Vox en nombre de la gobernabilidad. Sin renunciar a los valores liberales del pensamiento conservador. Al contrario, sería una forma de promocionarlos, al tiempo de evitar el desgobierno y la inestabilidad de Castilla y León.

Cuestión de principios

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