Las circunstancias del Rambo

"Yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella no me salvo yo”, dejó escrito Don José Ortega en Meditaciones sobre el Quijote, frase que sus exegetas interpretan como que la realidad circundante -lugar y época de nacimiento, el medio físico, la familia, la educación, el entorno económico y social…- son factores que condicionan, configuran y determinan la vida de una persona.


Me acordé de esa expresión leyendo estos días el final de la fuga del que llaman “el Rambo gallego”, un delincuente que fue condenado por el asesinato de un joven en Cuntis, se escapó de la cárcel y sobrevivió en el monte durante 11 meses con el quipaje era una mochila en la que llevaba una tienda de campaña, prendas de ropa, útiles de aseo, unas gafas de leer, un reloj y una foto de su madre.


¿Qué “circunstancias” llevaron a este ex militar a ser un asesino y después “un fuxido” de la cárcel -cumplía penas también por otros delitos- para pasar mil calamidades entre los matorrales de la comarca de Ferrol? Nadie lo sabe. Quizá algún día las aventuras y desventuras de Alfredo Sánchez Chacón sean objeto de estudio en un trabajo fin de carrera por algún alumno de sicología o siquiatría que aportará luz para esclarecer los pormenores de su vida.


Lo que sabemos ahora es que su huida terminó en una parroquia de Valdoviño donde fue apresado en el entorno de una casa a la quería entrar en busca de comida. “Me entrego”, fue la lacónica expresión de este hombre al ser detenido sin apenas ofrecer resistencia que presenta un aspecto muy deteriorado, con magulladuras y lesiones que se produjo en el monte caminando entre “silveiras”, y su mirada está perdida en horizontes que solo caben en su imaginación.


Esa es la imagen de una persona derrotada al que sus “circunstancias” trajeron hasta aquí. Es su historia y la de otros delincuentes, como comprobó doña Concepción Arenal que, cuando inspeccionaba las cárceles decimonónicas, se le “caía el alma a los pies” y dejó otra frase para la historia: “odia el delito y compadece al delincuente”.


Las palabras de la ferrolana más ilustre se hicieron realidad en la parroquia de Leira cuando Sánchez Chacón se quejaba de los quebrantos físicos y dijo a sus “vigilantes” que tenía sed. “Le dimos agua y un bocadillo de chorizo. Me dio pena porque se mostró muy correcto y comentó que con tanto frío había que estar muy preparado para pasar las noches en el monte”, dijo la mujer que le atendió, que bien pudo haber sido su víctima.


Odio al delito y compasión del delincuente. Chacón tiene que seguir penando e Teixeiro, es el “tratamiento legal” para su recuperación y para tranquilidad de la sociedad. La cárcel vuelve a ser su “circunstancia”. 

Las circunstancias del Rambo

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