Chorreo de malas previsiones

El Gobierno no ha tenido una buena semana, Calviño especialmente. Distintos organismos del máximo prestigio han hecho público su cuadro de previsiones para este año y el próximo y ha sido realmente demoledor. Las previsiones de Calviño son más que papel mojado, aunque la vicepresidenta se resiste y ha declarado que allá para finales de este mes hará los cambios oportunos. Cierto que la invasión de Ucrania ha acelerado las malas previsiones, pero a nadie se le escapa que ya cuando se cerraron los PGE para este año y el cuadro macroeconómico que los acompaña, las cifras eran una fantasmada y que no se iban a cumplir ni por asomo.


El Banco de España, por ejemplo, prevé que la economía no crezca mucho más allá del 4% este año, más o menos lo mismo que han avanzado tanto el servicio de estudios del BBVA como la AIReF. Basta recordar que el Gobierno había planteado un aumento del PIB del 7%. La desviación es a todas luces espectacular y veremos, porque aún quedan meses malos y algunos economistas de prestigio hablan del 3%. Los costes para las empresas siguen disparados y la caída de la facturación sigue siendo drástica. La política monetaria se va a endurecer y la subida de tipos de interés en Europa ya no es algo que se discuta, lo que complicará aún más la situación de deuda pública y privada tanto de las familias como de las empresas, mucho más a las pequeñas y medianas.


El otro punto de alarma es la inflación, esa que para Calviño iba a ser una cosa transitoria y que, sin embargo, ha venido para quedarse y al parecer mucho tiempo. El Banco de España señala que aún hasta el verano podemos ver el IPC en dos dígitos y que al cierre del año se podría situar en el 7,5 de media. De hecho, añade que para ver la inflación en tasas del 2% habrá que esperar al año 24. En este caso, la AIReF es algo más “optimista” y cree que la media de este año estará en el entorno del 6,5%. En todo caso, un drama para familias y empresas. No va a ser fácil combatir la subida de precios, por ello el PP ha exigido reducir gasto, deflactar la tarifa del IRPF y bajar impuestos. El Gobierno mira para otro lado, sigue confiando en los fondos europeos, aunque está demostrando que no sabe ejecutarlos, y no piensa gastar ni un euro de más de los ingresos extra que le proporciona la inflación y que suman, según la AIReF 2.000 millones por cada punto.


Nos esperan tiempos duros, porque las recetas para rebajar la inflación y no entrar en recesión son dolorosas. Esto hay que tenerlo claro, aunque también hay que saber que una reducción, como la señalada en su día desde la AIReF y más recientemente desde el IEE, es posible si hubiera voluntad política de hacerlo. De momento, no parece una línea de trabajo.

Chorreo de malas previsiones

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