Cada día hay más funcionarios

Juzgue el lector si son muchos o pocos, pero los datos son reveladores. En España de cada seis ciudadanos con empleo, uno recibe su nómina de alguna de las diferentes administraciones del Estado. Según los números de la EPA correspondiente al tercer trimestre de 2022, en España hay tres millones y medio de empleados públicos, lo que supone un 17,07% del número total de ocupados que son 20,54 millones de personas. Alrededor del 15% de los empleados públicos corresponden a organismos de ámbito estatal; otro 20% trabaja en la Administración local y el 59% restante (2,1 millones) corresponde a las comunidades autónomas. Coincidiendo con el período de crisis económica, estos entes han aumentado en 468.100 los empleados públicos.


Contando con quienes han encontrado empleo en los ayuntamientos hay regiones, caso de Extremadura, en las que uno de cada tres ciudadanos cobra de la Administración. En Aragón, de cada mil paisanos, 82 son funcionarios autonómicos. A la vista de los datos podríamos concluir que hay un exceso de población funcionarial en determinados entes y hasta podríamos hablar de ciertos comportamientos clientelares. De cuando el conde Romanones o del “¡Colócanos a tos!”, de los tiempos en los que el cacique granadino Natalio Rivas perpetuaba su poder merced a esta práctica, pero para ser justos habría mirar con lupa las estadísticas. Hay funcionarios y funcionarios. En algunos cometidos burocráticos hay un exceso de funcionarios que no se justifica en esta era de la informática y el teletrabajo, pero en otros empleos: Fuerzas Armadas, Cuerpos de Seguridad del Estado o de Justicia, falta personal. Carencias que se detectan también en la Sanidad -médicos y demás personal- un sector sometido a un estrés brutal a raíz de la pandemia. En otras encomiendas, tales como el personal de las empresas públicas o determinados organismos creados como balizas de naturaleza política, sobra personal. Como sobrados estamos de asesores contratados al calor de las afinidades políticas de los mandatarios de turno. Ser funcionario supone, de entrada, una ventaja -estabilidad- respecto de otras profesiones sometidas al albur del mercado cuando no a la intemperie en función la situación económica de cada momento. En cierto modo es un privilegio que quien se beneficia de él debería tratar de compensar con eficiencia en su tarea y buen trato en su relación con el resto de los ciudadanos. 

Cada día hay más funcionarios

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