Ayer todos, hoy nadie

Qué será de Pablo Casado? Hago está pregunta porque hasta hace un mes Pablo Casado solo recibía halagos y el “peloteo” de quienes buscaban cobijarse bajo la sombra de su poder por exiguo que esté fuera como líder de la oposición.

Hoy Casado es solo pasado e incluso, hace unos días, su presencia en el congreso de su partido resultó un recordatorio molesto para quienes ansiaban pasar la página de su mandato.

Quizá lo que le ha pasado, lo que le está pasando a Pablo Casado, debería provocar una reflexión a los políticos que se pavonean orgullosos de su poder sin pensar en que lo pueden perder de la noche a la mañana y que quienes hoy les jalean mañana les darán la espalda.

Seguramente Pablo Casado se sigue preguntando qué le ha pasado, cómo ha llegado a ser despedido de la noche a la mañana, en qué se ha equivocado.

Pero solo el paso del tiempo le permitirá alejarse de los acontecimientos vividos para poder analizar lo sucedido y sobre todo los errores que cometió al frente del PP.

En mi opinión llegó demasiado pronto a presidir el gran partido del centro derecha, sin un proyecto y sin un equipo solvente.

Sin duda tenía buenísimas intenciones y mucha ilusión por lo que suponía para él y para su generación hacerse cargo del PP. Pero fracasó, fracasaron.

Bien es verdad que en su partido tenía enemigos, pero eso pasa en todos los partidos, al jefe siempre hay quienes le quieren desbancar. De manera que el problema no es que hubiera quién quería moverle la silla, o al menos ese no era su problema principal, sino que no supo encontrar su papel como jefe del centro derecha y por tanto de la oposición. Un día parecía que se escoraba hacia la derecha, al otro renegaba de Vox, y tampoco supo anteponer los intereses del Estado a los de su partido. Y por si fuera poco enfrente tenía a Pedro Sánchez, que es un político duro como el pedernal y cuya ambición no tiene límites y sus principios no parecen muy firmes. O sea que Sánchez le sacaba ventaja a Casado a la hora de hacer política.

Cuentan quienes le conocen que Pablo Casado es buena persona, que tiene principios y que eso no debería de ser un hándicap. Es verdad, pero eso no garantiza que se sea un buen político.

Pero el futuro está ahí y Casado aún tiene recorrido porque es un hombre de cuarenta años. Quizá debería de aprovechar el tiempo para reencontrarse consigo mismo, analizar los errores y sobre todo aprender lo importante que es rodearse no de quienes te caen bien y no te hace sombra sino de los mejores. De paso pensar, sí, pensar que estar en política no significa sólo estar sino estar para algo, tener un proyecto, algo que nunca tuvo.

Hay algo patético en su figura, pero también digno porque ha aguantado el tirón de no dejarse empujar por la puerta de atrás. Asistir al congreso de Sevilla debió de suponer para él personalmente un auténtico calvario, pero aguantó. Supongo que habrá aprendido la lección de lo evanescente que es la gloria al ver a muchos de los que antes le hacían la ola y ahora le esquivan. Así es la política, así es la vida, cuando uno tiene poder o triunfa en cualquier orden todo son parabienes y gente que sonríe y te susurra que eres el mejor, pero si fracasas ¡ay el fracaso! Entonces conoces de qué va la naturaleza humana.

Por eso es mejor no despegar los pies del suelo porque el que levita terminará tarde o temprano en el suelo.

Ayer todos, hoy nadie

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