Autodestrucción

El viejo Partido Comunista De Santiago Carrillo, y más tarde de Julio Anguita, fue capaz de aglutinar a una izquierda que renació en la Transición fragmentada en decenas de siglas. Pero la semilla de la autodestrucción seguía en su ADN y vuelve una y otra vez.
 

El famoso “pacto de los botellines”, firmado por Pablo Iglesias y Alberto Garzón para fusionar Izquierda Unida y Podemos, está sentenciado de muerte. (Otra reflexión necesaria sería analizar si el papel secundario que IU asumió dentro de la coalición era lo que se merecerían los militantes comunistas, muchos de los cuales no han vuelto a votar a sus siglas).
 

La nueva esperanza, para no diluirse como le está sucediendo a Ciudadanos, se llama Yolanda Diaz y su plataforma “Sumar”. La vicepresidenta, de familia sindicalista ferrolana, y afiliada al PCE desde que tuvo uso de razón, congenia muy bien con Alberto Garzón. Ambos comparten siglas y orígenes. Y ahora quien les sobra es Podemos. Ni Belarra ni Montero han sabido recoger el testigo ni la soflama que Pablo Iglesias les cedió cuando decidió volver a la Universidad y a los programas televisivos. Su paso por la Moncloa fue un fiasco. Descubrió que ser Vicepresidente, sin funciones, era lo más aburrido que había hecho nunca. Y que Pedro Sánchez, al que creyó poder controlar a su antojo, es mucho más resiliente y correoso de lo que había imaginado.
 

Incluso Garzón ha tenido más aguante que él. Al frente de un Ministerio perfectamente prescindible, aguantando chaparrones de críticas por sus polémicas con el tema ganadero, sigue en el sillón buscando futuro.
 

De momento, la plataforma “Sumar” cuenta con Díaz y con el de escudero. Queda poco más de un año para las próximas generales, que será cuando se estrenen, y necesitan sumar muchas más, confluencias, movimientos cívicos y plataformas, para consolidar una opción con posibilidades de que, uniendo sus escaños a los del PSOE, puedan mantenerse en el poder. Porque Podemos dejó de poder y se diluirá como tantas otras siglas que no resistieron la tendencia cainita de la izquierda española a auto destruirse en los momentos más inoportunos.
 

Si la formación de Pablo Iglesias nació al albur del inmenso descontento social por la crisis económica de hace diez años, la actual, con una recesión en ciernes, ofrecía el mismo escenario. Pero, una vez más, se rompen cuando menos les conviene.

Autodestrucción

Te puede interesar