El “artéxtasis” de Jesús

La galería Black Box ofrece la muestra “ARTÉXTASIS” de Jesús –o Jesús Sú, según firma, a veces– (Taboada, Lugo, 1970), licenciado en Bellas Artes y Derecho, profesor de dibujo y artista polifacético y multidisciplinar, con un extraordinario dominio del oficio y dotado de una poderosa y exultante creatividad que, en este caso, se manifiesta en obras que podríamos clasificar dentro del expresionismo abstracto, que también se relaciona con el tachismo y  con la action painting  y que lo que busca es dar cauce a expresiones dinámicas de formas pictóricas libres y fugaces, abiertas a múltiples interpretaciones. La denominación de Artéxtasis  de Jesús añade la idea de deslumbramiento generado por una visión interior que se aproxima a la experiencia mística  y que da origen a la aparición de formas sorprendentes que podríamos denominar como alquimia del misterio. Por este medio, el artista  busca  revelar  todas aquellas pulsiones y emociones innombrables que laten en su interior; todo lo inefable que está escondido, hasta que la mano se convierte en medium  del cosmos oculto que anhela ser expresado y que,  de este modo, transmitirá facetas de un autorretrato espiritual. Como el propio Jesús dice, todo cuadro abstracto “... es un autorretrato, es una” cara” del artista que lo ha creado, pues pinta lo que hay... de la mirada de los ojos adentro”. Entonces se genera la sorpresa que lleva al éxtasis creativo y afloran imágenes poderosas en las que las masas de color, ya en armonías, ya en contrastes, ordenan espacios  en composiciones rítmicas que adquieren vibraciones sinestésicas, es decir, que van más allá de lo visual, para convertirse en música. Es- como él afirma- pintura de la meditación, un viaje a la profundidad del yo, para que aflore todo aquello que no tiene nombre ni forma conocida y que, por ello, puede configurarse de mil maneras; los colores surgen interaccionándose en un flujo continuo abierto a innúmeras posibilidades combinatorias. Así, el rojo puede presentarse como un ardiente fuego que se extiende sobre terrosas extensiones, o puede tener la potencia de una erupción volcánica o ser un cálido aliento viajero. La tonalidad que va del amarillo al naranja puede aparecer como una luz dorada que desciende de lo alto sobre mares azules; o agitarse entre sombrías masas que recuerdan tropismos geológicos; o  puede manifestarse como la explosión de una brillante y poderosa supernova que ramifica chispas en todas direcciones y que traduciríamos como un símbolo de las ardientes pulsiones del acto creador. Todo vibra y se agita conmovido en estas obras, pasan auras turquesa, se abren oscuras llanuras hacia un horizonte dorado o hacia el cielo azul, hay pasajes tormentosos como desfiladeros en la noche, aguas que flotan sobre el abismo y vaivén continuo de trazos que vuelan o pesan o indican rutas. Y, entre todos, una estilizada figura femenina flotando en un aura dorada como una diosa que con su brazo extendido apunta hacia un anhelado más allá.

El “artéxtasis” de Jesús

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