Un años después de los disturbios, Londres deja atrás su peor pesadilla

Un años después de los disturbios, Londres deja atrás su peor pesadilla

Un año después de los disturbios, Londres disfruta del espíritu olímpico y deja atrás la pesadilla que empezó el 6 de agosto de 2011 cuando miles de personas salieron a las calles para saquear tiendas y provocar incendios.

La capital británica parece hoy un lugar muy distinto al de agosto del año pasado, y sus calles y tiendas están adornadas con banderas de todos los países para celebrar los Juegos Olímpicos, que han inundado al Reino Unido de patriotismo y alegría.

El apetito de la gente por ver los eventos deportivos en la villa olímpica de Stratford o escuchar a los británicos hablar en la calle de la ceremonia de apertura de los juegos -el 27 de julio- contrastan con el aspecto sombrío que vivía Londres cuando se produjeron hace un año los peores disturbios que se recuerdan.

Entre el 6 y el 10 de agosto de 2011, miles de personas, en su mayoría jóvenes que estaban de vacaciones escolares, se echaron a la calle en varios barrios de la ciudad para provocar disturbios, saquear negocios, atacar e incendiar viviendas.

El punto más conflicto empezó en Tottenham, en el norte de Londres, después de una manifestación pacífica por la muerte del joven de 29 años Mark Duggan, que había sido tiroteado por la policía el 4 de agosto cuando los agentes trataban de arrestarle, al parecer -según las fuerzas del orden- porque portaba un arma de fuego.

Los manifestantes exigían una respuesta de la Policía porque la familia de Duggan, de origen afrocaribeño, no había recibido información suficiente sobre el incidente.

El silencio policial provocó un descontento aún mayor que, como efecto dominó, se extendió a otros barrios de Londres.

Así, en pocos días, los disturbios llegaron a Wood Green, Hackney, Brixton, Peckham, Enfield, East Ham, Ealing y Croydon, así como la céntrica zona comercial de Oxford Circus.

Entre el 8 y el 10 de agosto, los incidentes pasaron las fronteras de la capital para llegar a las principales ciudades de Inglaterra, como Birmingham, Bristol, Liverpool y Manchester.

El alcance de la violencia puso a prueba la respuesta de la Policía y del Gobierno del primer ministro británico, David Cameron, que canceló sus vacaciones en Italia para volver a Londres.

En pocos días, las fuerzas del orden detuvieron a 3.100 personas, de las que unas mil fueron acusadas por delitos relacionados con el desorden público, lo que obligó a los tribunales a ampliar su horario de trabajo para atender el alto número de procesados.

Según cifras oficiales, se contabilizaron 3.443 crímenes vinculados a los disturbios de Londres y otras ciudades y el saldo de muertos fue de cinco personas, mientras que al menos dieciséis resultaron con heridas de diversa consideración.

Los daños materiales llegaron a los 200 millones de libras (unos 240 millones de euros, 300 millones de dólares), mientras que muchos comercios resultaron perjudicados por la falta de actividad comercial ya que mucha gente decidió no salir a causa de los actos vandálicos.

Las imágenes captadas por los canales de televisión mostraban una situación que se parecía más a la de una ciudad en estado de guerra civil que de una capital cosmopolita y dinámica como es Londres.

Ante esta situación, se convocó al Parlamento con carácter de emergencia, por lo que los diputados debieron suspender sus vacaciones mientras se hacían preguntas sobre los verdaderos motivos y los sociólogos trataban de encontrar respuestas.

Un estudio hecho por la Universidad London School of Economics (LSE), titulado "Reading the Riots" (La lectura de los disturbios), concluyó que entre los factores figuraron el oportunismo, la injusticia social, necesidades económicas y frustración, si bien los académicos aún debaten para encontrar más respuestas.

 

Viviana García

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