Rousseff defiende su inocencia y advierte de la “muerte de la democracia” en Brasil

Rousseff defiende su inocencia y advierte de la “muerte de la democracia” en Brasil
Dilma Rousseff, durante su comparecencia ayer ante el Senado Ueslei Marcelino

La presidenta suspendida de Brasil, Dilma Rousseff, compareció ayer ante el Senado para defender su inocencia de los cargos que se le imputan en el impeachment, y propuso acudir a las urnas para decidir “el futuro” de Brasil. Rousseff insistió en que hay “un golpe de Estado en marcha” que, de perpetrarse, significará “la muerte” de la democracia en el país.
“Vengo a mirar en los ojos a sus excelencias y decirles que no cometí el delito de responsabilidad” del que se me acusa, aseguró, reiterando que las acusaciones en su contra “no pasan de pretextos basados en una frágil retórica jurídica”.
“Tengo la conciencia absolutamente tranquila”, afirmó. “No he hecho nada en contra de cualquiera de los preceptos de la Constitución que juré cumplir”, recalcó, sosteniendo que todas las actuaciones de su Gobierno han estado guiadas por “el interés social”.
Rousseff recordó además que el impeachment debe basarse en un crimen de responsabilidad concreto, no en “el conjunto de la obra” de un Gobierno, tal y como pretenderían los senadores, por lo que –alertó– la verdadera intención de los promotores del juicio político sería evitar las urnas. “Sin apenas pretextos tratan de derrumbar un Gobierno legítimo escogido mediante elecciones directas en las que participaron 110 millones de brasileños. El Gobierno de una mujer que ganó dos elecciones presidenciales consecutivas”, dijo.
Para Rousseff se trata de una venganza política de una “élite” que, desde su reelección, en 2014, “hizo de todo para impedir la estabilidad del Gobierno bajo la premisa de “cuanto peor, mejor”, “importando poco los resultados lesivos sobre el pueblo brasileño”. “Se creó así un ambiente de inestabilidad política propicio para la apertura de un impeachment sin crimen de responsabilidad” que tuvo como vector –indicó– al expresidente de la Cámara de Diputados Eduardo Cunha, dolido porque Rousseff no accedió a su “chantaje explícito” para frenar las investigaciones en su contra en el Congreso.
“Curiosamente, seré juzgada por crímenes que no he cometido, antes del juicio contra el expresidente de la Cámara de Diputados, acusado de gravísimos hechos ilícitos. ¿Ironía de la historia? No, de ninguna forma. Se trata de una acción deliberada”, denunció. “Este proceso”, dijo, “está marcado de principio a fin por un clamoroso desvío de poder”. “Estamos a un paso de un verdadero golpe de Estado”, alertó. El resultado –avanzó– será un “gobierno usurpador”, ahora encabezado por el vicepresidente, Michel Temer, que pondrá fin a las “conquistas sociales” de los últimos 13 años.
Rousseff volvió a plantear como alternativa a este impeachment “convocar a los brasileños para que decidan sobre el futuro del país”, así como un diálogo nacional. Aunque reconoció que el triunfo del impeachment sería “una muerte política” para ella, aseguró que no está motivada por el interés personal.

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