República Dominicana y Haití se redescubren en medio de una seria crisis

República Dominicana y Haití se redescubren en medio de una seria crisis
Fotografía tomada el pasado 3 de febrero y cedida por por la Pesidencia de República Dominicana en la que se registó al primer ministro de Haití, Laurent Lamothe (i), y el ministro de Presidencia de República Dominicana,

Un inesperado fallo constitucional que agrietó aún más las ya difíciles relaciones bilaterales entre República Dominicana y Haití ha devenido en una oportunidad para alcanzar, al parecer, compromisos tangibles entre dos países unidos por el mismo territorio, pero separados históricamente.

En apenas dos rondas de negociaciones, celebradas a ambos lados de la frontera común, los Gobiernos dominicano y haitiano han firmado acuerdos sobre aduanas, comercio, seguridad, medioambiente, agropecuaria, y avanzado sobre el espinoso tema migratorio, generador de este diálogo de alto nivel.

La madrugada del martes pasado, el primer ministro de Haití, Laurent Lamothe, y el ministro de la Presidencia dominicano, Gustavo Montalvo, anunciaban los resultados de una maratoniana sesión de trabajo que empezó la mañana del día anterior en la ciudad dominicana de Jimaní (suroeste).

Los dos altos cargos encabezaron las delegaciones de sus respectivos países que negociaron y firmaron los convenios, donde resaltan la reanudación de las exportaciones dominicanas de productos avícolas hacia Haití, y el otorgamiento de facilidades migratorias a estudiantes universitarios y trabajadores haitianos establecidos en República Dominicana.

La parte dominicana también se comprometió a impulsar una legislación especial en beneficio de aquellas personas nacidas en territorio dominicano que no poseen documentos de identidad, situación que afecta a decenas de miles de haitianos.

El segundo encuentro bilateral trajo, además, la integración del sector empresarial de los dos países y la creación un consejo económico bilateral que colaborará con ambos Gobiernos en la elaboración de políticas públicas sobre comercio y competitividad para fomentar las inversiones y fortalecer el comercio, además del establecimiento de fondo de inversiones conjunto que servirá de instrumento financiero común.

Los resultados de las negociaciones, auspiciadas por Venezuela, han causado reacciones positivas como la del propio secretario general de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon, quien felicitó a los dos Gobiernos, y les reiteró el compromiso de ese organismo de continuar con su rol de observador, asumido a invitación de la parte dominicana.

"Confío en que este diálogo ayude a avanzar en la agenda conjunta de ambos países, y garantice un resultado respetuoso de los derechos humanos y del derecho internacional", dijo Ban en una carta enviada al embajador dominicano ante la ONU.

Opiniones similares se han dejado sentir en sectores políticos, económicos y sociales de estos dos países caribeños, cuyas fricciones se remontan al mismo surgimiento de la independencia de República Dominicana (1844), que expulsó a los haitianos tras una ocupación de 22 años.

De ahí en adelante las relaciones bilaterales han pasado por todo tipo de altibajos, cuyo más reciente punto de ebullición fue la sentencia inapelable emitida en septiembre pasado por el Tribunal Constitucional dominicano, que define los parámetros para obtener la nacionalidad, que afecta principalmente a decenas de miles de indocumentados haitianos y sus descendientes.

La decisión recuerda que desde 1929 todas las modificaciones a la Constitución dominicana establecen que los ciudadanos indocumentados y sus descendientes no tienen derecho a obtener la nacionalidad aunque hayan nacido en el país.

Esto ha causado un enfrentamiento diplomático con ribetes internacionales, cuyos más recientes capítulos fueron protagonizados por el presidente dominicano, Danilo Medina, y su homólogo haitiano, Michel Martelly.

Medina, en tono enérgico, defendió ante la Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), que se celebró recientemente en Cuba, la potestad dominicana de aplicar la política migratoria que estime conveniente y advirtió que no permitirá que ningún país, "ni chiquito ni grande, atente contra la soberanía nacional".

El gobernante respondió así a las acusaciones que en contra de República Dominicana emitió en ese mismo foro el primer ministro de San Vicente y las Granadinas, Ralph Gonsalves, a quien llamó a "meterse en sus asuntos", al tiempo de recordar el soporte que ha significado su nación para millones de haitianos.

Martelly, de su lado, aprovechó su comparecencia este viernes ante la Organización de Estados Americanos (OEA), para criticar el fallo del Tribunal Constitucional dominicano, y expresó su deseo de que haya una "salida favorable al tema" gracias al proceso de diálogo iniciado al respecto entre ambos países.

Invito a los países de la OEA a que mantengan la vigilancia respecto de los derechos humanos para que ninguna persona se encuentre en una situación similar de apátrida", expuso el mandatario, recibido el jueves en la Casa Blanca por el presidente estadounidense, Barack Obama.

Sectores locales consideran, sin embargo, que estas posturas son válidas y adecuadas para el rol que responde jugar a cada uno de estos mandatarios en defensa de sus respectivas poblaciones, y entienden que ello no quita fuerzas al diálogo bilateral, sino que más bien, recuerda que los dos vecinos están dispuestos a "jugar limpio" y a respetar lo acordado y firmado con el visto bueno de observadores como la ONU y la Unión Europea y de naciones como Estados Unidos, de gran influencia en la región.

La tercera ronda de conversaciones se celebrará el 12 de marzo próximo en un punto del territorio haitiano aún por definir.

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